Ayúdanos a compartir

Nuevo Signo

Gerardo Guinea Diez

Hace pocos días, el Ministerio de Cultura y Deportes anunció que el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias es para la poeta Delia Quiñónez. Quiñónez perteneció al grupo literario Nuevo Signo, conformado por Francisco Morales Santos, Julio Fausto Aguilera, José Luis Villatoro, Luis Alfredo Arango, Antonio Brañas y Roberto Obregón. Después de Saker-Ti, este grupo fue el último que se creó alrededor de notables poetas.

Estos siete poetas empezaron a publicar a mediados de los sesenta del siglo pasado. No es obvio conjeturar que Nuevo Signo se echó a andar en una época oscura del país. Escribir y publicar era peligroso. La hostilidad y demonización por el arte y el pensamiento era una realidad para nada verbal. Por lo mismo, su gran mérito fue sobrevivir y construir un sólido edificio literario.

Además, el premio a Quiñónez no solo es justicia poética, también cierra un ciclo que reconoce un trabajo ejemplar y paciente de esa generación. Una buena parte de los miembros de este grupo de poetas ha recibido el reconocimiento que ahora recibe la poeta. Ahí está la obra de Francisco Morales Santos, quien, además, ejerce esa especie de apostolado desde la Editorial Cultura. Poeta, enamorado de la vida, sus poemas poseen una verdad: son aire y luz en un país de sombras. Quién no recuerda su poema Madre, nosotros también somos historia.

Asimismo, la poesía de Luis Alfredo Arango es no solo de las más importantes del siglo pasado, es la que mejor retrata la ruralidad guatemalteca. Maestro en San José Nacahuil, vio desfilar la muerte, el hambre, la desnutrición y la deserción escolar, entre otras linduras del patio nacional. Solía decir: “En Guatemala, cada veinte años retrocedemos veinte”.

Antonio Brañas, hermano menor de César Brañas, es, según palabras de Morales Santos, uno de los grandes poetas olvidados. Perteneció al Grupo Acento, y en 1968 se sumó a los poetas más jóvenes de Nuevo Signo. La colección de poesía que edita el Ministerio de Cultura lleva su nombre. Por su parte, Julio Fausto Aguilera, autor de La patria como una casa, entre otras, perteneció originalmente a Saker-Ti. José Luis Villatoro, también premio nacional, originario de San Marcos, es hoy un poeta bastante olvidado y poco leído.

El caso más dramático es el de Roberto Obregón, desaparecido en la frontera con El Salvador. Obregón es, junto con Otto René Castillo, una de las voces más emblemáticas de la poesía guatemalteca. Como sea, Nuevo Signo se caracterizó por enfrentar el horror con la palabra. De esa cuenta, el conjunto de la obra de estos siete poetas es fecunda y en ocasiones, magistral. Es notorio no solo lo escrito, también su valentía civil y una irrenunciable vocación por la armonía y la sinceridad literaria.

Galardonar a Quiñónez es asumir desde ahora una tradición literaria, escrita a contrapelo de los malos tiempos. En el caso de Delia, capítulo aparte, está no solo su biografía poética, sino su generosidad por impulsar el arte y su discreta batalla por los derechos de las mujeres.

Fuente: [http://www.s21.gt/2016/10/nuevo-signo/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Gerardo Guinea Diez
Últimas entradas de Gerardo Guinea Diez (ver todo)