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No más cura con ese veneno

Danilo Santos

El poder y la violencia mantienen aparentemente una relación estable mediada por la legitimidad que les es conferida a través de urnas, valores y creencias colectivas; la exacerbación de estos elementos ha hecho que en Guatemala vivamos bajo la sombra de un intenso sometimiento a los fines fanáticos de élites conservadoras. Sin embargo, esa “relación” que significa “el poder”, solo depende de la obediencia.

Ese conjunto de ideas y creencias que hasta ahora han servido de apoyo para hacer creer a los “obedientes” en la necesidad de someterse, está perdiendo terreno, especialmente en el campo de la política. La estabilidad que han logrado a través de los siglos aparejando creencias y legitimidades tiene los días contados.

En primer lugar el poder ya no se puede reducir solo a la política y a lo normado, también discurre en lo que el Estado no alcanza por inacción o descarada omisión, los pueblos indígenas tienen sus propias ideas, valores y creencias; aunque no estén incluidas en el “pacto social” al que llamamos Constitución Política de la República. Cuando desde los estamentos del estado se ignora la petición de reformar dicho pacto social para incluir a los históricamente excluidos, los políticos cometen un grave error. Están a punto de perder la obediencia.

La dramaturgia de los partidos políticos y sus dueños en el establecimiento del saber político en pos del poder únicamente y no como la búsqueda de la vida buena y la virtud, la justicia y la equidad, nos está escindiendo profundamente; el simple, vulgar y llano racismo y egoísmo nos está polarizando mucho más que las propias ideologías.

Por otro lado, el ilusionismo político ha quedado muy frágil en buena medida con el fraude de “ni corrupto ni ladrón”, las próximas elecciones ese Vissing tendrá más difícil embaucar a las capas medias, y si a eso le sumamos que se cierran las puertas a la inclusión a través de las reformas, quizás los olvidados del campo y los indígenas formen su propio vehículo de representación: ¿Qué harán los pétreos corazones de los conservadores cuando les toque vivir una mayoría multiétnica en el Congreso de la República? Acaso citar a Francisco de Vitoria y argüir que “esos bárbaros, aunque, como se ha dicho, no sean del todo faltos de juicio, distan sin embargo muy poco de los amentes, por lo que parece que no son muy aptos para formar o administrar una república legítima dentro de los términos humanos y civiles”, no me extrañaría.

Va siendo hora de asumir una nueva forma de poder, quizá una enmarcada en “la capacidad humana de actuar en común, concertadamente”. No podemos seguir con políticos que no representan al grupo, que son un veneno para los intereses comunitarios, sociales, nacionales, y una cura para sus intereses personales y de las élites conservadoras. El poder no es la instrumentalización de la voluntad de otro, sino la formación de la voluntad común dirigida al logro de un acuerdo.

Fuente: [http://lahora.gt/no-mas-cura-ese-veneno/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar