No decir adiós a la esperanza
Recientemente terminé de leer el último libro de Andrés Manuel López Obrador, un opúsculo titulado “No decir adiós a la esperanza”. Es la respuesta que da el gran dirigente político mexicano a sus millones de seguidores después del fraude electoral del 1 julio de 2012. Las últimas semanas han sido duras para buena parte de esos seguidores. No cabe duda que la decepción tiene que ver con el tamaño de las expectativas. Obtener aproximadamente 16 millones de votos, que fue lo que obtuvo la candidatura de Andrés Manuel, debería haber sido objeto de gran alegría. Pero en 2012, los seguidores de la coalición de partidos que lo apoyaron teníamos la expectativa de esta vez sí, después del fraude de 2006, lograr derrotar a la derecha neoliberal constituida por el PRI y el PAN. El no haberlo logrado provocó desazón en una parte importante de los lopezobradoristas. No debería suceder así, los 16 millones de votos se lograron pese a muchos años de satanización de López Obrador en los medios de comunicación, pese a contar con una maquinaria electoral multimillonaria, la del PRI, quien gastó en los últimos tiempos aproximadamente 256 millones de dólares para poder comprar y coaccionar el voto de buena parte del electorado. Con razón los seguidores de Andrés Manuel dicen que si “la elección de 2006 el PAN se la robó, la del 2012 el PRI la compró”.
El libro de Andrés Manuel que ahora comentamos es pues, una exhortativa a levantar la moral y a seguir adelante. En alguna de sus páginas nos dice: “Ánimo, que es poco lo que falta. Uno, dos, tres, seis años, una década, son como un suspiro o un abrir y cerrar de ojos en la historia nacional. Quienes luchamos por una transformación que servirá a varias generaciones, debemos aprender a medir el tiempo de un modo distinto. No nos debe preocupar tanto cuánto dure consumar la obra de transformación. Lo importante es no dejar de caminar hacia ese ideal”. En el imaginario del movimiento que sigue a AMLO, México ha atravesado por tres grandes momentos históricos de transformación: la independencia nacional consumada en 1821, la reforma liberal encabezada entre otros por Benito Juárez. Finalmente, la revolución mexicana culminada con la Constitución de 1917. De acuerdo a este itinerario, a México le faltaría ahora un cuarto momento histórico, el de un cambio verdadero, una revolución democrática, un proceso de regeneración nacional. Este último cambio es el que ha venido frustrando la cúspide oligárquica que controla al PRI y al PAN y la que ha orquestado los fraudes electorales de 1988, 2006 y 2012.
El libro de López Obrador es sobre todo una exhortativa a la honestidad y al altruismo al hacer política. El partido naciente que ahora encabeza, MORENA, solo tendrá una perspectiva si se distingue por su autoridad moral y política. Si sus dirigencias y bases son ejemplo de lucha contra la corrupción, el caciquismo, influyentismo, clientelismo, sectarismo, nepotismo, amiguismo. “Recordemos que nuestra organización no se mueve por la ambición al dinero ni por la búsqueda del poder por el poder”. Dice AMLO que venimos a este mundo a servir y no a que nos sirvan: “Y el poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás”. Solamente así la política puede convertirse en una actividad de gran significación moral. En suma, hay que recordar que el poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos. El único antídoto contra esto es “cultivar la digna convicción de que es preferible heredar a los hijos pobreza que deshonra”.
La política está desprestigiada, indudablemente este es el camino para devolverle su prestigio.
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