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No al no en Colombia

Jaime Barrios

Esta semana los sucesos en torno al proceso de paz en Colombia se han sucedido de manera dramática, desde que se conocieron los resultados del plebiscito. De la confusión a la esperanza. Del negativismo a una panorama más optimista. Sin duda fue un shock para millones de colombianos el estrecho triunfo del no cuando todas las encuestas señalaban totalmente lo contrario: una simpatía enorme por el sí. Y aquí radica acaso la falsa seguridad del lado por el sí ya que la confianza llevó a miles y miles a no acudir a las urnas. También influyó la tormentosa lluvia.

El triunfo del no fue por cierto raquítico, mínimo. El mundo recibió con desencanto el resultado. Había una confianza plena en el triunfo de los pacifistas. Desde el papa Francisco al presidente Obama se mostraron abiertamente las simpatías por el sí. Un factor bastante determinante fue la agresiva campaña de las iglesias fundamentalistas protestantes por el no. Satanizando los acuerdos y esgrimiendo el argumento del odio. Son las mismas iglesias que en otros lados niegan el genocidio y defienden lo indefendible en nombre la prosperidad. El sentido cristiano del perdón del viene flojo.

El ex presidente Álvaro Uribe había logrado el pasado domingo un triunfo innegable que lo reposicionaba políticamente y le permitía dejar el papel de gran derrotado para subirse al carro de la paz para compartirlo con el presidente Santos y presionar y exigir cambios en los acuerdos.

Cuando la marea bajó y se analizaron los resultados resalta que el no triunfó en las ciudades alejadas de la guerra, centros urbanos donde la clase media comulga con la derecha tradicionalmente. La excepción fue la capital Bogotá donde el sí tuvo un rotundo triunfo que, sin embargo, no bastó para definir el resultado final. El sí en cambio triunfó en las zonas afectadas por la guerra.

Pero lo que vino a hacer tambalear al triunfante uribismo fue una entrevista desafortunada brindada a un diario colombiano por Juan Carlos Vélez, director de la campaña electoral del no. Vélez reveló cómo manipularon a la opinión pública con insinuaciones y medias verdades (que significan mentiras). Apostaron no por la paz sino por la indignación y la desinformación. Vélez se vio obligado a retractarse y ha renunciado al partido uribista del Centro Democrático.

Y el viernes, terminándola semana laboral, el Comité Nobel en Oslo anunció la concesión del Premio Nobel de la Paz al presidente Manuel Santos. La comunidad internacional ha reaccionado con mucha satisfacción. Este otorgamiento viene a darle mucho aire al presidente Santos y le devuelve una plataforma de opinión que se había medio derrumbado con el resultado del referendo. Santos se apresuró ratificar su compromiso irrenunciable con la paz y dedicó el premio a las víctimas del conflicto. El momento 22 de la situación confusa y complicada se percibe ahora con mayor claridad: la paz es indetenible. En Bogotá una manifestación de apoyo al sí reunió a miles de personas que llenaron la Plaza de Bolívar.

Fuente: [http://www.s21.gt/2016/10/colombia/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Jaime Barrios Carrillo
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