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Jaime Barrios Carrillo

“Mi teatro es como mi vida y mi tierra. Es auténtico. Sangrantae no sangriento. Dolido no doliente.
Estelar no estrellado y nada de atrás o de adelante, de hoy”.
Hugo Carrillo

El Teatro de Cámara en el Centro Cultural Asturias lleva el nombre de Hugo Carrillo, pero no saben quién fue aquel nombre. Carrillo fue un ser a un escenario pegado, en el sentido más quevediano. Nació en las tablas y murió oficiando el último acto de su existencia.

El padre fue José Domingo Carrillo Magaña, médico de la generación de 1920 que participó en el movimiento estudiantil contra la dictadura de Estrada Cabrera y después fue antigeneral Ubico. La madre, Carmen Meza Padilla, hija del terrateniente y comerciante Juan Meza. doña Carmen era amante de la poesía de Darío y de Lorca. La pareja se unió sin consentimiento de don Juan. Se fugaron, un escándalo en la conservadora sociedad de los años veinte del siglo pasado. Tuvieron seis hijos, siendo Hugo el cuarto en orden cronológico. Un hermano mayor, Raúl Carrillo Meza, fue también dramaturgo y narrador.

Todos los hermanos nacieron en pueblos diferentes de la República, debido a los avatares de la vida política de don José Domingo y por su carrera de médico rural. Hugo Carrillo recordaba la anécdota del recibimiento otorgado a su padre en Mazatenango, al llegar a tomar posesión del cargo de director del hospital de la localidad, con banda militar y todo el boato provinciano. Unos niños tiraban piedras a un viejillo que apenas se defendía el rostro con las manos. El doctor José Domingo Carrillo Magaña preguntó quién era aquel desgraciado y el alcalde le respondió con displicencia que se trataba de un brujo indio, pero que con la llegada de él, un médico de verdad, se quedaría el brujo sin oficio. El doctor Carrillo, para sorpresa de todos, fue a donde estaba el anciano, reprendió a los muchachos y le dio un abrazo diciendo: “Mucho gusto colega, gracias por lo que ha hecho por la salud de este lugar”.

Hugo nació en la ciudad de Cobán en 1928, pero creció en la capital de Guatemala donde estudió en el Liceo Francés que era según sus irónicas palabras “una especie de Auschwitz”. Ahí aprendió el francés que le serviría mucho después en su estadía en París. Al trasladarse la familia a la ciudad de Quetzaltenango, culminó los estudios secundarios, graduándose en el Instituto Normal para Varones de Occidente (INVO) como Perito Contador, profesión que nunca ejerció. En la capital, tras un encuentro con el dramaturgo Manuel Galich se inició el desarrollo de su verdadera vocación: el teatro.

Desde niño, Carrillo en la casa paterna montaba pequeños escenarios con cajas de cartón y títeres, jugaba con ellos guiado por el deseo de hacer reír a su pequeño público, que empezaba por sus hermanos, sus padres y el servicio doméstico para terminar en algunas casas de vecinos amigos.

Podía hacer teatro de todo, de lo sagrado y de lo prosaico. La obra de Hugo Carrillo se desliza entre lo grotesco y lo sublime, desarrollando temas con incidentes cotidianos que le suelen ocurrir a la gente y también la vida de la calle, con lo cual provocaba lágrimas y risas en las que el público reconocía un murmullo subterráneo de identidad.

Todo comenzó en 1950, cuando debutó como actor en el teatro al aire libre en la recién inaugurada Ciudad Olímpica de la Ciudad de Guatemala donde, coincidiendo con los Juegos Centroamericanos y del Caribe se llevó a cabo una temporada de autores centroamericanos, con la figura central de Manuel Galich. Eran los tiempos del gran despertar cultural que la Revolución del 20 de Octubre había propiciado. Los tiempos del Saker ti, que significa amanecer en cakchiquel.

La caída del gobierno de Árbenz lo conduce al exilio en México donde se hace miembro del Teatro Estudiantil de la Universidad Autónoma de México, después se traslada a Estados Unidos. Permanece un año en el Departamento de Teatro de la Universidad de Bridgeport en Connecticut. Al terminar estos estudios decide cruzar el Atlántico y cumplir uno de sus sueños: vivir y estudiar en Europa.

En París realiza estudios en la Escuela Dramática de Charles Dullín T.N.P. Asimismo fue miembro del Radio-Teatro Internacional de la UNESCO y participó en 1957 en el Congreso Internacional de Teatro de las Naciones. En Londres pasa por el Shakespeare Institute y en Italia hace estudios de estructuras dramáticas, con especial interés en la Comedia del Arte, Los hermanos Fillipo, Las técnicas de Luchino Visconti y Las obras de Pirandello.

Regresa a Guatemala con un caudal de experiencias y una obra propia bajo el brazo. En 1959 estrenó su obra La calle del sexo verde, que vino a revolucionar el teatro contemporáneo guatemalteco al cambiar la perspectiva y el punto de vista de lo que era verdadero teatro y lo que solo era sainete, comedia barata o mera repetición local de clásicos mal adaptados.

El teatro de Carrillo escenifica el drama de los países marginados y empobrecidos, presentando situaciones, como la corrupción yla represión, y personajes arquetípicos de los pueblos latinoamericanos. Un ejemplo es la pieza, de sus últimas, Las orgías sagradas de Mashimón, que tuvo su premier en Buenos Aires en 1992 en los teatros Alvear y Regio, con el argentino Fernando Madanes como actor protagonista.

Carrillo tuvo una vocación centroamericana. Amaba la obra del salvadoreño Alberto Masferrer y era lector incansable de los poemas de Jorge Debravo, Ernesto Cardenal y Clementina Suárez. Estudió con especial interés las raíces del teatro en Centroamérica, ocupándose de las obras fundacionales como el Rabinal Achí, de Guatemala, El Güegüense de Nicaragua, los autos y los del hondureño José Trinidad Reyes y el teatro costumbrista de los costarricenses Carlos Gagini y Ricardo Fernández Guardia. Hizo innumerables giras como director, profesor y autor a todos los países del Istmo. En El Salvador residió cortos periodos escribiendo piezas e impartiendo talleres. Fue director huésped del Teatro Nacional de Honduras en 1976.

El humor era un rasgo esencial de su personalidad y de su teatro. Por un lado toca el tema de la muerte, pero al mismo tiempo conlleva al descubrimiento de la alegría de vivir. Nos hacía reír pero también pensar. Detrás de sus bromas y sus geniales ocurrencias había un sentido profundo de la existencia.

Un aspecto relevante de su obra es el teatro para estudiantes de secundaria. Adaptó sus propias obras y a los clásicos latinoamericanos, españoles y universales en versiones pedagógicas y digeribles para los alumnos de institutos nacionales y colegios privados de educación media.

De Carrillo lo que se pueda decir se quedará siempre corto: autor, actor, director, escritor, fundador de elencos y compañías, profesor y políglota. Comparto un diálogo lejano con él cuando yo comenzaba a escribir en los periódicos. “Hugo –le pregunté– podés vivir del teatro, de lo que escribís?” Me respondió: “Si no escribo me muero, si dejara de escribir y me dedicara a otras cosas más rentables, mi cuerpo viviría seguramente mejor pero mi alma se moriría. No, todos los días al sentarme ante la máquina de escribir me digo: muera la muerte y comienzo a escribir!”

Se escapó de este mundo el 19 de octubre de 1994 y su sepelio fue una manifestación de los trabajadores de la cultura. Meses antes Hugo había mandado a hacer un ataúd tallado en madera que se llevó a su pequeño apartamento en el Callejón del Fino, en el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala. Lo llenó de libros y puso ahí una maceta con flores que él mismo regaba. Un último deseo que se cumplió más tarde fue pedir que en el momento en que estuvieran bajando su ataúd alguien dijera los unos versos del poeta salvadoreño Alberto Masferrer:

…hazme suave el instante, porque una vez muera,
una vez la primera
palada de tierra caiga
sobre mi féretro,
ya nada servirá que me
llores y que te lamentes…

De Carrillo lo que se pueda decir se quedará siempre corto: autor, actor, director, escritor, fundador de elencos y compañías, profesor y políglota.

Fuente: [elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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