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Momentos tensos

lucha libre

Lucía Escobar

Guatemala vive otra vez momentos tensos en la política. Las mafias intentan recuperar terreno. No están dispuestas a dejarse doblegar. Para ello, tienen muchas estrategias; dividir a la población, criminalizar las protestas, minimizar los delitos de corrupción, desacreditar a los defensores de derechos humanos y  desviar la atención hacia cosas menos importantes.

El presidente Jimmy Morales, quien juró no ser ni corrupto ni ladrón, nos demuestra que ante el mínimo poder, pocos resisten con la frente en alto y la mirada clara. Morales se convirtió en un ser odioso y peligrosamente prepotente en su ignorancia. Recuerdo haber tenido la ilusión de que por su pasado como actor, al menos apoyaría el arte y la cultura en Guatemala. ¡Qué equivocada estaba! Jimmy solo vela por su propio interés, por su familia, por sus socios de campaña. Escucharlo hablar es muy deprimente y triste.

Es difícil no sentirme desilusionada de la política. Intento cada día no volverme apática ni egoísta. No darme por vencida, no dejar que me gane el desgano y el pesimismo.

Entiendo y reconozco que no se puede acabar con todas las mafias que gobiernan Guatemala de un día para otro, pero tampoco por eso vamos a aceptar que pasen encima de nuestra dignidad. El dinero que pagamos de impuestos debería ser considerado sagrado para todos los guatemaltecos y cada robo al erario nacional debe ser castigado con todo el peso de la ley. Morales debe devolver cada centavo que gastó en regalos, licores y superficialidades que no puede ni debe pagar un pueblo pobre. A la gente que lo rodea yo los invito a no ser arrastrados, díganle la neta de frente, sin miedo. Lisonjear a un tipo como Jimmy es denigrante.

Hay un pacto entre corruptos que cada vez avanza más en su consolidación con la indiferencia de nosotros. Intentarán remover al Procurador de los Derechos Humanos, y tratarán de expulsar a la CICIG del país.

Harán lo posible por colar un Fiscal General que se plegue al poder. Y no descansarán hasta vernos retroceder otros cien años.

¿Estamos dispuestos los guatemaltecos pensantes a luchar para evitarlo? ¿Qué estrategias vamos a utilizar para no dejar que ganen los corruptos? ¿Es manifestando en la plaza cada sábado como vamos a lograr un cambio verdadero? ¿Qué actitud deberíamos tomar para evitar que este país termine de hundirse?

En el fondo, todos tenemos una noción de lo que podemos hacer por Guatemala. Hay cambios de actitudes que son indispensables para evolucionar como país. Empecemos con dejar de justificar a los mismos de siempre en sus actitudes rapaces. Dejar de repetir como loros que los pobres lo son por huevones o porque es su karma. Dejar de pensar que justicia social es sinónimo de comunismo o que los derechos humanos solo protegen a los criminales.

En este país nadie nos va a educar. Somos nosotros mismos quienes tenemos que buscar información para enterarnos de qué pasa en realidad. Fomentemos una actitud crítica ante las “verdades” de los poderosos, “empresaurios”, dueños del país.

Y por muy decadente que parezca Guatemala, guardemos un lugar en donde aún quepan los sueños, las utopías, la ilusión de que sí podemos construir mejores realidades. No olvidemos que somos seres con alma, tenemos la posibilidad de ser puro amor y luz.

Me niego a permitir que la ternura desaparezca de mis días, ni que la coyuntura política me empañe la vida.
Cómo diría la sabia de Mercedes Sosa, ¿Quién dice que todo está perdido? …

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2018/01/24/momentos-tensos/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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