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“México lindo y querido…”

La participación de nuestros padres en celebraciones religiosas del centro de México se han trenzado con nuestras culturas.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

México ha estado más cerca de las familias y comunidades –en su mayoría indígenas y mestizas– de Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango, Totonicapán, Retalhuleu y el norte del Quiché, Alta Verapaz y Petén, que lo que ha estado la capital  de Guatemala.  Miles de pequeñas y medianas empresas familiares se deben a la relación comercial con México,  miles de jornaleros dependen anualmente del sustento que México les brinda y miles de refugiados que huían de la guerra que el Estado desató contra poblaciones desarmadas a finales de la década del setenta hasta mediados de 1980 nunca olvidarán que fueron arropados por comunidades mexicanas, igual de pobres pero solidarias con los ancianos, mujeres y niños que huían del genocidio, y que fueron recibidos como seres humanos.

México es parte de  nuestra memoria social, las fotos de nuestros bisabuelos, abuelas y padres comerciando con el México diverso están en la historia larga que mantenemos.  La participación de nuestros padres en celebraciones religiosas del centro de México se han trenzado con nuestras culturas produciendo una fusión de nuevas formas de vida espiritual.  Miles de oportunidades, espacios e ideas que México y su gente nos han compartido y que han impedido que nuestras comunidades mueran de hambre frente al permanente abandono en que nos ha sumido históricamente el racista y clasista Estado de Guatemala, centralizado y arrogante, que desoye nuestras realidades y urgencias, y que no ha hecho sino impedir que nuestros sueños  individuales o colectivos florezcan.

El Estado de Guatemala nos ha mantenido en un permanente aplastamiento buscando la forma de arrinconarnos, al ofrecernos una educación sin calidad, servicios de salud para animales pero no para seres humanos, debilitando nuestros medios de producción y aislándonos con carreteras de tercera categoría, este sistema de mala fe es parte del marco económico que nos quiere como indios ignorantes reducidos a mano de obra barata.

Por eso, miles o millones de indígenas guatemaltecos amamos al México profundo, a su gente solidaria, la que nunca ha dejado de abrirnos espacios económicos, educativos o culturales. Hoy compartimos la tragedia que enfrentan y pedimos porque se levanten para que sigamos juntos tejiendo los hilos de la historia mesoamericana que nos unen en hermandad.

Por eso, miles o millones de indígenas guatemaltecos amamos al México profundo, a su gente solidaria, la que nunca ha dejado de abrirnos espacios económicos, educativos o culturales.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/09/23/mexico-lindo-y-querido/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj