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México, la debacle del PRD

Carlos Figueroa Ibarra

Cuauhtémoc Cárdenas, fundador y líder moral del Partido de la Revolución Democrática en México, ha renunciado al partido. El hecho no es menor y significa un durísimo golpe  para el PRD. No estoy seguro si lo significa para la corriente Nueva Izquierda, coloquialmente conocida como “los chuchos”, porque su cúpula tiene años de estar usando al partido como franquicia electoral. Mientras esa franquicia exista, ellos podrán seguirla usando para sus intereses personales y de grupo. En las elecciones del año entrante, el PRD podrá constatar los costos de haber transitado la ruta de oportunismo y corrupción en que “los chuchos” lo metieron. La renuncia de Cárdenas es la culminación de un largo trayecto de desaveniencias que tuvieron un penúltimo episodio el 17 de noviembre de 2014, cuando en una carta abierta señaló la crisis moral del PRD y pidió la renuncia del comité ejecutivo. El martes 26 de noviembre después de un debate desabrido con la dirigencia del PRD, Cárdenas  escribió  una carta en la que de manera irrevocable renuncia al partido que fundó y del cual era una autoridad moral.

En el corto plazo, esta renuncia es uno de los efectos del crimen de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Oportunista  e inescrupulosa, la dirección del PRD aceptó e impulsó la candidatura de José Luis Abarca, el autor intelectual de la desaparición de los  normalistas,  para presidente municipal de Iguala en Guerrero. La cúpula del PRD siempre supo qué clase de bribón era Abarca, supo que era un asesino y su vinculación con el narcotráfico.

Pero las desventuras del PRD no terminan allí. La cúpula dirigente, hegemonizada por Nueva Izquierda, llevó al partido a las alianzas electorales en elecciones locales con la derecha neoliberal del PRI y del PAN. Firmó con Peña Nieto el llamado Pacto por México, diseñado para legitimar la nueva oleada de contrarreformas neoliberales que hoy está padeciendo el país. Así el PRD terminó cumpliendo el papel de comparsa neoliberal y aceptando los cánones que la derecha pretende imponerle a la izquierda: que sea  una “izquierda moderna”,  ajena a las luchas sociales, metida en el electoralismo y dispuesta a negociar pactos en lo oscurito con las fuerzas más siniestras del país.

Por fortuna la debacle del PRD ya no significa la debacle de la izquierda en México. Ha surgido ya como partido con registro, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el cual puede capitalizar en 2015 los efectos de la descomposición moral y política del PRD. Esto es solamente una posibilidad, porque otro escenario es que el desencanto que ocasiona el PRD, se una al desencanto que en general ocasionan los partidos políticos,  y que el efecto sea que el abstencionismo se imponga el año entrante.

La renuncia de Cárdenas profundiza la agonía del PRD. Cárdenas mismo ha cometido errores políticos que han ensombrecido el papel histórico que jugó en la vida política mexicana en los últimos treinta años. No aceptó el emergente liderazgo de López Obrador y por ello fue mezquino.

Pero hoy en el ocaso, rescata su dignidad.

 

Carlos Figueroa Ibarra
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