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Danilo Santos

La distribución de las vacunas para el Covid19 es una cuestión estratégica, económica y moral. De momento, el mecanismo COVAX intenta garantizar un acceso equitativo a las inmunizaciones, si esto no se cumple y se beneficia el negocio de las farmacéuticas, y en el caso de países como Guatemala, el negocio de los “vivos”, el costo será en vidas; en principio de quienes menos preparados estén para soportar el virus (económica y socialmente) y luego de quienes se crea que tienen la capacidad económica para adquirir la vacuna en el mercado (una clase media baja endeudada). La vacuna entonces no es una cuestión de mercados y supermercados, sino de salud pública, de inversión estratégica en la población y por supuesto, de calidad moral del Estado.

Es una pena observar las medidas del gobierno restringiendo horarios en Mercados y dejando el acceso libre a Supermercados y demás comercios dedicados a servicios, Restaurantes, por ejemplo. Y es una pena porque sirve para ver la manera clasista en que actúa el gobierno, protegiendo las ventas de sectores empresariales que tienen capacidad de lobby y haciendo pagar un alto costo a quienes viven al día en sus negocios y que además brindan apoyo a clases “subalternas” para esta clase política criolla tan rancia. Si así actúan ahora, es fácil prever que la planificación de la vacunación seguirá el mismo derrotero, abordando la primera línea y sacando al mercado lo demás.

Pensar que privatizar la vacuna es ayudar al Estado, es condenar a la población que no puede pagar pero que tampoco tiene presencia del Estado en sus territorios y realidades sociales, a no vacunarse o a endeudarse para poder inmunizarse.

Los 39 millones de dosis que han sido distribuidos en el mundo, se han hecho en 49 países de ingresos altos y medios, no podemos seguir esa lógica de negociaciones bilaterales y beneficios en salud para quien lo pueda pagar; Guatemala tiene una historia de corrupción y desapego de la población más vulnerable, que asusta.

Hace falta mucho trecho del 2021 en todos los sentidos, mientras lidiamos con la pandemia hay cosas que avanzan paralelamente y que en el tiempo pueden ser igual de mortales como el virus; la elección de magistrados para la Corte Constitucionalidad, la actuación de las Comisiones del Congreso de la República; especialmente las de la Mujer, Derechos Humanos, Educación y Salud. Por mencionar algunas. No podemos distraernos del quehacer de los Cárteles del Narco en la política, del pacto de corruptos, de la eterna “vigilancia” del Ministerio Público, de lo envalentonadas que están las expresiones antiderechos. Hay mucho de qué ocuparnos.

Así como es bueno el Presidente para gritar y ser autoritario, así como invoca a Dios en cada comparecencia, pues ojalá que sea firme en la gratuidad y universalidad de la vacuna, sino por obligación ética del Estado, por cumplimiento de sus valores religiosos. La vacuna no debe ser una cosa más por la cual luchar o preocuparnos, de ser así, pues solo dan más razones para sacarlos del gobierno y del sistema, no solo a quienes están en la función pública, sino a quienes piensan al Estado como algo para servir a su clase y a sus negocios.

Fuente: [lahora.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar