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Marylena Bustamante

Se llamaba Edgar Estuardo García Ramos, nació en agosto de 1960. Tuayo le decían en la familia, (manotas en el movimiento estudiantil) era delgado, muy alto, de sonrisa hermosa y preciosos ojos color avellana que resaltaban por su piel morena.

Fue el menor de cuatro hijos, todos los hermanos trabajaron desde muy chicos por tener un padre irresponsable. Aprendió a fabricar jaulas para canarios que iba a vender en el mercado de la terminal, recogía chatarra en el basurero de la zona 3 y también la vendía; su madre una mujer admirable los sacó adelante con trabajo muy duro, su meta eran que todos estudiaran, y lo logró.

Lo conocí a finales del 79 en una navidad en su casa materna, dormía en la misma habitación con su hermano, era el tercero de la camada. Me quedé a dormir esa noche ahí, cuando desperté vi a un hombre flaco y largo profundamente dormido en la cama vecina. Cuando abrió sus hermosos ojos me sonrió, siempre fue amable conmigo. Le gustaba el mosh con pan francés y banano.

Lo vi pocas veces después de que se subió a la montaña, cuando bajaba de ella dormía en el suelo sobre una alfombra, decía que no se debía acostumbrar a privilegios, se enojaba que su madre lavara su ropa, argumentaba que cada quien en la montaña se encargaba que su ropa estuviera limpia.

Cuando ocurrió la masacre en la Embajada de España, el 31 de enero de 1980, creí que él era parte de los estudiantes que estaban dentro de la sede diplomática, pero por razones que desconozco él no entró, en esas fechas había regresado a la ciudad y formó parte de los comandos urbanos del EGP.

A principios de febrero de 1980 nos disponíamos a salir con el cortejo fúnebre de los asesinados en la Embajada hacia el Cementerio General, unos minutos antes habían asesinado a dos estudiantes del FERG, en una vil provocación de las fuerzas del Estado, afortunadamente no se respondió, si no aquello hubiese sido una verdadera carnicería; Donaldo Alvarez Ruíz Ministro de
Gobernación, envío a judiciales para que se apostaran en la salida del Paraninfo Universitario, con armas largas nos apuntaban a todos los que ordenadamente formamos filas para no permitir infiltrados, salimos sobre la segunda avenida, doblamos en la doce calle y luego tomamos la primera avenida.

Supongo que Tuayo estaba asignado a la seguridad de los que íbamos acompañando los pequeños féretros de los campesinos carbonizados, en tres ocasiones pasó junto a mi, en una de esas tocó mi cabeza, supongo que era para decirme «aquí estoy y te voy a proteger», unos minutos antes su madre, quien apoyaba la decisión de su hijo de ser rebelde, se acercó y me dijo «no se preocupe mija mire lo que traje,» debajo de su suéter tenía un bulto, lo destapó y agregó «por si los infelices nos tiran gas lacrimógeno», era una botella de vinagre y muchos trapitos, yo casi muero de la ternura, pensé… contra las balas el vinagre vale nada.

Seguimos caminando y varios jóvenes vigilaban la marcha, sabía que la seguridad estaba armada, yo gritaba cada que vez que pasaban, NO A LA PROVOCACION, llegamos al cementerio y no lo vi más ese día.

En 1981 cuando ya yo era madre de su sobrina, las pocas veces que lo vi se escondía detrás de mi y le decía a Ximena, «yo soy tu papá», y mi hija brincaba en mis brazos queriendo irse a los de él, Tuayo y mi amado se parecían mucho, aunque eran diferentes, fue muy amoroso con su sobrina, asumo que mi nena pensaba que era su papá, aunque no estaba tan segura siempre se iba con él.

A la media noche del año viejo de 1981, me abrazó y dijo con toda seriedad, «cuñada, dentro de un año estaremos en el poder, solo necesitamos un poco más de recursos económicos y lo lograremos», yo sonreí y me dije, eso no sucederá, el ejército había detectado muchos reductos en la capital con saldo trágico, la Ciudad había sido desmantelada, el movimiento social había sido herido de muerte, el miedo rondaba por todas partes, por lo menos así lo percibía yo. Nos dimos los abrazos, comimos los tamales deliciosos que su madre cocinó para esa noche, esa fue la última vez que lo vi, siempre estaba acompañado de su amada Guisela López, una jovencita de 19 años, menudita y de pequeña estatura, combatiente también, ella había sufrido un aborto recientemente, pérdida que ambos lamentaban.

En febrero de 1982, Guisela es detenida por elementos del ejército guatemalteco junto a otra chica. La torturan, es mancillada, drogada y alcoholizada, un buen día se logran escapar, buscan contacto con su organización y son trasladadas a Nicaragua, ella rinde un informe de 99 hojas narrando los hechos de su detención, la Dirección del EGP le hace un juicio sumario y las fusilan en Casares, nunca entregan sus cuerpos a la madre que también pertenece a la organización, el Frente Sandinista ha guardado silencio sobre estos crímenes imperdonables. Un primo de Guisela, militante del Frente Farabundo Marti del Salvador, va en su búsqueda a Nicaragua, lo detiene el EGP Y también lo fusilan, él también es un desaparecido. Inadmisible este crimen. La URNG reconoció haber cometido este horror, pero no es suficiente, nunca han dicho dónde les enterraron. (Información de la familia de Guisela).

Hoy, sus nombres están inscritos en el Memorial Universirario.

En enero de 1982, fueron a mi casa sus hermanas y un cuñado de mi amado, les vi subir lentamente las gradas frente a la puerta principal, la cara era de una profunda tristeza, rompieron en llanto y abrazaron a su hermano, nos contaron de la muerte de Tuayo, una bala asesina de las hordas militares dio en su cabeza cuando volvian de un operativo, después del ataque vivió varias horas y su valiosa vida se acabó, había caído Augusto, su nombre de combate, un revolucionario nos dejaba.

Supimos que lo habían enterrado cerca de la capital en un bosque. A la firma de la paz en 1996, dejé pasar algunos años e inicié junto a una organización la búsqueda de sus restos, nos acompañó un compañero que había pertenecido a los comandos en la capital y que fue de los que lo enterraron, no pudimos localizar el lugar, había cambiado todo, ya no era bosque sino condominios.

Nunca sabremos que lugar cobija sus restos. Tenía tan solo 21 años, fue un convencido de la lucha por una Guatemala más justa, decidió ser un revolucionario. Su nombre lo lleva mi hijo Emil Estuardo, en honor a la memoria de sus dos tíos que fueron verbo y no sustantivo. Hoy su nombre está junto al de mi hermano Emil en el Memorial de la ignominia contra la USAC. A las 10:00 de la mañana será develado. El Memorial está a espaldas de Rectoria. Me gusta creer que Guisela y Tuayo se reencontraron en el más allá y se seguirán amando eternamente.

Ciudad de México a 30 de octubre del 2020.

En febrero de 1982, Guisela es detenida por elementos del ejército guatemalteco junto a otra chica. La torturan, es mancillada, drogada y alcoholizada, un buen día se logran escapar, buscan contacto con su organización y son trasladadas a Nicaragua, ella rinde un informe de 99 hojas narrando los hechos de su detención, la Dirección del EGP le hace un juicio sumario y las fusilan en Casares…

Fuente: [Facebook]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Marylena Bustamante