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Mártires de la información

Carlos Figueroa Ibarra

México se conmocionó en los últimos días por el asesinato del periodista sinaloense Javier Valdéz Cárdenas. Javier fue en los últimos años crítico de la corrupción gubernamental y abierto opositor a las actividades del narcotráfico, conductas ambas que expresaba en artículos en La Jornada, periódico del cual era corresponsal, y también en un semanario creado y dirigido por él, Ríodoce. El lunes 15 de mayo, el valiente periodista salió de las oficinas del semanario, abordó su automóvil y una cuadras adelante, en una céntrica calle de la ciudad de Culiacán, su auto fue interceptado por otro vehículo. Dos hombres encapuchados, lo sacaron violentamente de su auto y lo mataron con doce balazos. Por supuesto nadie acudió en auxilio de Javier, su cuerpo quedó tirado en medio de la calle, hasta que después de tres horas y cumplidos los procedimientos burocráticos, fue llevado a la morgue.

El mismo día en Jalisco, Sonia Cordova, subdirectora de otro periódico, El Costeño, fue baleada junto a su hijo Jonathan, también periodista, quien falleció en el atentado. Desde el año 2000 han sido asesinados o desaparecidos 128 periodistas. Una cifra notable si tomamos en cuenta que en términos formales, México no vive una guerra, ni los periodistas asesinados o desaparecidos son corresponsales de guerra. Lo que si vive Mexico de manera sorprendente, dada la solidez de su Estado en el pasado, es un deterioro institucional y una falencia estatal sin precedentes. Lo que hacía Javier Valdez Cárdenas, y lo que han hecho y están haciendo periodistas como él, es un acto temerario que los coloca entre la vida y la muerte. Los regímenes neoliberales de los últimos 17 años han sido incapaces de sustentar un estado de derecho y al parecer tampoco tienen mucho voluntad de hacerlo prevalecer. Un caso estremecedor es el de la activista tamaulipeca Miriam Rodríguez, asesinada en el municipio de San Fernando el pasado 10 de mayo. El mismo en el cual en 2011, 72 migrantes centroamericanos fueron asesinados. Luchadora por los desaparecidos (más de 28 mil en los últimos cuatro años), Miriam estuvo recibiendo amenazas de muerte y sabía que su vida estaba en serio peligro. Cuando se lo expresó al gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García, este se le quedó viendo y solamente sonrió…

En este contexto, que cada vez se parece al imaginario estado natural del cual alguna vez habló Thomas Hobbes, ejercer el periodismo a partir del criterio de la libertad de información y de crítica, se ha vuelto un ejercicio suicida. Lo que ha sucedido con los los 105 periodistas asesinados y los 23 desaparecidos durante las administración de Vicente Fox (2000-2006), Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018) es solamente un reflejo de lo que vive el país. Con una creciente descomposición social provocada por las fallidas políticas económicas neoliberales, un crecimiento rampante del narcotráfico y una pésima estrategia en el combate al narcotráfico, México se está sumiendo en un baño de sangre.

He aquí el contexto del triste fin de Javier Valdéz Cardenas.
Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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