Madres solteras: un asunto de Estado
Manuel Villacorta
manuelvillacorta@yahoo.com
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) realizada en el 2014 reportó que en Guatemala existían 3,345,039 hogares. De estos, 2,623,757 estaban constituidos por hogares biparentales, mientras 721,282 estaban a cargo de madres solteras. Cuatro años después las cifras habrán aumentado pero seguramente preservan la proporción. Lo anterior revela que al menos una de cada cinco madres enfrenta la vida sin cónyuge. Quienes hemos vivido en el exterior podemos asegurar que adquirir recursos económicos para vivir en otros países no es tarea fácil. Pero es evidente que en Guatemala enfrentar ese desafío es particularmente más difícil, debido a las complicadas condiciones socioeconómicas que prevalecen en el país.
Independientemente de las condiciones por las cuales una mujer enfrente la vida como madre soltera, debe considerarse que ella y sus hijos pasan a formar parte directa de un sector poblacional particularmente vulnerable. Sus desafíos inmediatos son lograr la adquisición de recursos económicos, cuidar y educar a sus hijos, pero no debe dejar de considerarse un aspecto fundamental: debe enfrentar una sociedad poco tolerante, que estigmatiza y juzga con perversidad, una sociedad inmersa en esa doble moral, que en no pocas ocasiones la hace sentirse culpable por su condición y la de sus propios hijos. Pero si lográsemos ver a todas esas madres y sus millones de hijos como un todo, podríamos confirmar que representan una amplia parte de nuestra sociedad. Nos deben importar, y mucho, tanto esas madres solteras como los hijos de las mismas, niños y niñas que deben por derecho poseer condiciones de vida dignas y tener garantizado un futuro estable a lo largo de sus vidas. Existen relatos históricos verdaderamente emocionantes de poblaciones antiguas, en donde las madres solteras, generalmente viudas, producto de la pérdida de sus cónyuges como resultado de las constantes guerras, eran especialmente atendidas en un contexto de integralidad y solidaridad sin precedentes.
Considerando que más del 25 por ciento de las madres en Guatemala enfrentan la vida sin pareja, el Estado debe implementar apoyos concretos para las mismas. Ciertamente las condiciones socioeconómicas en ellas varían, pero puedo asegurar que la mayoría está sujeta a serias y constantes limitaciones materiales. Mi propuesta: los programas sociales —que en Guatemala, por corrupción o clientelismo, resultaron ser un fracaso— sí han sido exitosos en otros países. Sean estos de carácter asistencial o estén orientados a la productividad. Las madres solteras que lo deseen, deberán registrar su situación ante una institución pública determinada, para acceder a un monto mensual que les permita adquirir alimentos, ropa, calzado, medicina y gastos en materia de educación, tanto para ellas como para sus hijos. Preservar ese apoyo dependerá de la presentación de facturas que demuestren el destino correcto de los fondos.
Para aquellos críticos consuetudinarios, enemigos de la solidaridad y las funciones de un Estado verdaderamente responsable, esta acción podría ser innecesaria y la calificarán incluso de contraproducente, pero para esas madres que tendrán un alivio inmediato para sobrellevar su vida y la de sus hijos en mejor forma, este beneficio les dotará de recursos materiales imprescindibles y de una tranquilidad emocional a la cual como seres humanos tienen derecho. Basta evitar el despilfarro de recursos públicos producto de la corrupción o contrarrestar la evasión fiscal, para garantizar ese fondo que se oriente hacia el apoyo de la madre soltera guatemalteca.
Fuente: [https://www.prensalibre.com/opinion/opinion/madres-solteras-un-asunto-de-estado]
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