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Los señores de Xibalba

Danilo Santos
desantos.salazar@gmail.com

Caminaba asido de tu mano y con los ojos saciándose a cada paso con los colores y formas que le brotan a esta tierra y al cielo sobre ella, caminaba y sentía que flotaba sobre mis plantas, te veía flotar sobre las tuyas. Sonrisas y risotadas. Luz en la mirada. Por un tiempo todo era perfecta ñoñería. Pero el inframundo no descansa, el Xocomil no miente y traía mensajes de los cuales hay que estar alerta; así como el olvido alimentó a la selva, así se alimentará la historia de vuestros hijos e hijas, decía. La felicidad de sus vocecillas serán arrancadas por los Gucumatz de esta época susurraba al oído mientras envolvía a cada ser sobreviviente del lugar de las cañas podridas.

Y no, no existe Hunahpú despierto ni presente, no hay cerbatanas ni cazadores listos. Tampoco sabemos ser hermanos como Ixbalanqué, los demonios blancos no encuentran resistencia, no hay hermanos que luchen, juntos por lo menos no. Nuestros oídos están sordos para Ixpiyacoc e Ixmucané, solo escuchamos a Vucub Caquix, la soberbia y la prepotencia nos han poseído desde la sangre hasta la sangre. Los señores de Xibalba se están reinventando y nuevamente ganan la voluntad de todos los pueblos. Escriben nuevas reglas. Borran las que nos les sirven, hacen ademán de escuchar y escriben otras mientras se ríen de nuestros muertos y nuestros vivos más queridos.

Dónde están Balam Quitze, Balam Acab, Machucutam, Iquí Balam, Ixquic. Dónde. Por qué solo los Zipacná tienen vos, por qué solo ellos tienen varas de mandar, por qué no hemos podido derrotar sus palabras y su fuerza; a sus abuelos y a sus padres. Por qué solo los Cabracán hacen temblar esta tierra. Dónde estamos nosotros. Dónde nos perdimos, quizá cuando dejamos de ver en los ojos de los demás lo que también nos duele a nosotros, cuando dejamos de vernos a los ojos para ver nuestros corazones. Dónde estamos nosotros. Quizá nos quedamos hechos humus alimentando bosques y estamos enterrados esperando a ser descubiertos y admirados; pero jamás dignificados y respetados.

Hun Camé ríe y se disfraza con latas de antaño, con banderas, colores, refranes, escudos y libros extranjeros (aunque cada vez grite más fuerte la palabra vacía, la palabra soberanía). Vucub Camé se solaza planificando nuestra tortura por unos cuantos siglos más.

Los Señores de Xibalba me hacen sentir miedo por ti y tu mirada limpia. Llegará el día en que tenga que hablarte del inframundo y cómo gobierna en la superficie de todo, lejos de la raíz que los nutre, por debajo de lo que nos hace sonreír y hasta soñar. Están bajo la flor del matilisguate, la bugambilia y la jacaranda; se nutren de la devoción en marzo y abril. La tumbergia nos enreda mientras bebemos de sus flores, mientras néctar más raíz. Los Señores de Xibalba no renuncian al poder de su inframundo, no se vencen, no se rinden. Algún día tendré que decirte que sueño escuchar de tus labios que eres feliz y que Xibalba y sus Señores no existen más.

Fuente: [http://lahora.gt/los-senores-xibalba/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar