Irmalicia Velásquez Nimatuj
Alejandro Giammattei ha dado un paso atrás al vetar “La ley para la protección de la vida y la familia” aprobado por el congreso de la república, el 8 de marzo, “Día Internacional de la Mujer”, a través del Decreto 18-2022, sin embargo, esto no implica que los poderes que están detrás han desaparecido, por lo que el proceso de aprobación de este “documento” retrogrado y profundamente ignorante requiere reconocer que esas fuerzas seguirán presionando para buscar controlar a ciertos sectores de la población con quienes no comulgan y quisieran desaparecerlos jurídicamente para luego matarlos, literalmente, de manera lenta. Allí radica la hipocresía de uno de los sectores más conservadores que se anidan en Guatemala, y es el ala conservadora de la iglesia católica, que son más que los que dan el rostro público. En una corta nota La Hora publicó, días atrás, que para el evento en donde se renombró el “Patio de la Paz” como “Patio de la vida y la familia”, en concordancia con esa ley, estuvieron presentes Francisco Montecillo Padilla, Nuncio Apostólico de Guatemala, así como Gonzalo de Villa, presidente de la conferencia episcopal de Guatemala. Estos personajes que, por un lado, hablan de paz, convivencia y vida, por el otro, apoyan decretos como el 18-2022 que va en contra de la misma vida de otros seres humanos a quienes ellos con su voz divina osan decidir si deben o no tener derechos.
De igual manera están los sectores de las iglesias protestantes y otras quienes en alianza con poderes internacionales, no derraman bendiciones, sino millones para buscar el control de esos mismos sectores, a través de sus miles de iglesias que pululan como hongos en el país, que controlan las radios, el uso de los diversos idiomas, la definición de los currículos en escuelas públicas y privadas, entre otros canales e instituciones.
Además, están las y los miembros de las poderosas elites nacionales, que viven dobles, triples y hasta más vidas y realidades, pero que públicamente comulgan con el conservadurismo religioso y político, creyendo que de esa forman compran su “indulgencia” para su próxima vida.
Y también, están las manipulables e ignorantes elites políticas de turno, cual intermediarios y permanentes ascensionistas que son los receptores de los millones que las elites nacionales e internacionales distribuyen y quienes desde el poder judicial, ejecutivo o legislativo se visten de pureza cuando su conciencia les recuerda cada noche lo bien que actúan. Un ejemplo, de ese cinismo es Patricia Sandoval, diputada que presume tener una familia “bastante homogénea.” Problemática declaración para alguien cuyos familiares han sido condenados en el extranjero. Además, ¿acaso su rol es legislar para su familia? O para un país que es profundamente diverso, como cualquier otro en el mundo, y donde los derechos humanos deben garantizarse, no prostituirse.
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