Todo a costa de vidas humanas y de la democracia que decían defender.
María Aguilar
A principios de diciembre, el secretario de Estado Estadounidense Mike Pompeo, en relación a la decisión de designar al exministro de comunicaciones Alejandro Sinibaldi y su familia como prófugos de la justicia, expresó que Estados Unidos “no permitiría que aquellos que se benefician de la corrupción ingresaran al país.” No obstante, el 17 de diciembre, Jimmy Morales visitó la Casa Blanca para reunirse con Donald Trump, un día antes que la Cámara de Representantes votase a favor de someter al mandatario estadounidense a un juicio político por cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso. Si las palabras de Pompeo fuesen ciertas, Morales no hubiese podido poner un pie en ese país, dado las múltiples acusaciones de corrupción que lo rodean y que llegan incluso, a asociarlo con miembros del narcotráfico. Lo mismo aplica a su Gabinete y miembros de su familia, quienes también se han visto inmiscuidos en casos de corrupción, incluido su hijo y hermano, quienes fueron puestos en libertad dado la impunidad y corrupción que rige al sistema de justicia guatemalteco.
Es evidente que la relación, entre los presidentes de ambos países, ahora es bastante parecida a aquella de las décadas de 1950 hasta finales de 1980, cuando los presidentes estadounidenses permitían la toma y permanencia en el poder de regímenes autoritarios, corruptos y criminales a cambio de proteger sus intereses económicos y promover una falsa estabilidad en la región. Todo a costa de vidas humanas y de la democracia que decían defender. Esa actitud fue la que llevó a Ronald Reagan a asegurar, en 1982, que Efraín Ríos Montt era “un hombre de gran integridad, totalmente dedicado a la democracia de Guatemala, a quien se le estaba dando una mala reputación y tratando injustamente.” Declaraciones ofensivas ante las indiscutibles pruebas del legado de muerte y genocidio de Ríos Montt.
En su reunión la semana pasada, Trump expresó que, era “un honor” recibir a Morales y se mostró feliz de poder decir frente al mandatario que Guatemala nuevamente recibiría “con los brazos abiertos” a los miles de personas “peligrosas” que Estados Unidos busca expulsar. La transcripción y video de la reunión, muestran a un mandatario guatemalteco servil, ante la humillación e indiferencia de la muerte de tantos ciudadanos, incluidos niños y jóvenes que están bajo la custodia de la guardia fronteriza estadounidense.
Posterior a la visita de Morales, en un rally en Michigan, Trump alardeó de la presión que impuso en Guatemala, Honduras y El Salvador, para que aceptaran los términos de Estados Unidos sobre los migrantes. Luego preguntó al público ¿ustedes creen que nos mandan a lo mejor que tienen? Y en eso Trump está en lo correcto, Jimmy Morales y su Gabinete es lo peor que tiene Guatemala.
Fuente: [https://elperiodico.com.gt/]
Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
- El monstruo del autoritarismo busca acabar con Dora María Tellez - 23 agosto, 2022
- La liga de la justicia y de la injusticia - 12 diciembre, 2021
- Culpar al caballo y no a quien lleva el látigo - 5 octubre, 2021
Comentarios recientes