Lo evidente
Dejemos a un lado aquello que no se demuestra por sí mismo.
Mario Roberto Morales
Lo evidente no necesita demostración porque es comprobable a la vista. Podemos entonces considerar evidente:
1. Que los destapes de la CICIG desnudaron al sistema político local como corrompido de arriba abajo, y que no hay ninguna dependencia estatal que escape a esta realidad. Ello incluye a los tres poderes del Estado, a todos los partidos políticos y al proceso eleccionario. En otras palabras, la institucionalidad republicana local y sus mecanismos fueron evidenciados como vacíos de contenido democrático y están en consecuencia deslegitimados. Por ello, también lo están las elecciones (uno de esos mecanismos), las cuales, en estas circunstancias, carecen de sentido.
2. Que la defensa legalista de las elecciones, fingiendo que el sistema funciona por sí mismo y que la acción de la CICIG no ha ocurrido, se aferra a la letra de la ley e ignora la realidad social que le da significado. Empero, también mediante la letra de la legislación es posible fundamentar que las elecciones pueden posponerse para realizar antes cambios sustanciales (no los que propone el Congreso) en las leyes, a fin de que quienes ganen los comicios alcancen el poder político sin la discrecionalidad de corromperlo. Álvaro Castellanos Howell (elPeriódico 31-7-15) desentrañó razones legales que pueden usarse para postergar legalmente las elecciones a fin de otorgarles sentido institucional y contenido democrático mediante la modificación de las leyes que rigen el proceso electoral, y, entre otras, destaca esta, del Artículo 211 de la LEPP: “El Presidente y Vicepresidente de la República y los diputados al Congreso de la República electos, tomarán posesión de sus cargos el día catorce de enero siguiente a su elección… Si por haberse declarado la nulidad de una elección, o por no haberse realizado ésta en su debida oportunidad, la toma de posesión no puede realizarse en las fechas antes indicadas, los funcionarios electos tomarán posesión dentro del plazo de ocho días siguientes a la fecha de adjudicación de sus cargos”. Esto quiere decir que la legislación prevé que las elecciones puedan no realizarse en la fecha fijada y que el mecanismo para subsanar esta eventualidad está previsto en la letra de la ley.
3. Que la CICIG le sigue debiendo a la ciudadanía los nombres de las empresas y de los empresarios corruptores de la institucionalidad estatal, sobre todo en el caso La Línea, aunque no sólo en él. Y que no hay explicación a la vista que justifique esta ya alargada omisión.
4. Que el movimiento estudiantil interuniversitario es el actor popular más efectivo de la coyuntura por su sistematicidad en la movilización permanente.
5. Que el partido más atacado y el político más golpeado por la CICIG (y por la progresía biempensante) son el Líder y Baldizón, y que no hay razón a la vista que justifique este “trato preferencial”, pues tampoco hay candidato ni partido que se diferencien cualitativamente de aquéllos. Lo que sí hace diferente a Baldizón es que tiene dinero y por eso escapa al total —no al parcial— control oligárquico.
6. Que la tríada EEUU-CICIG-CACIF encabeza (¡!) la “lucha contra la corrupción” porque ésta obedece a la razón geoestratégica del Plan para la Prosperidad del Triángulo Norte. Y que al pueblo le convendría entender de qué se trata este Plan para saber hacia dónde lo lleva esta lucha, por lo que le toca a la tríada (y a su entusiasta progresía biempensante) explicárselo. ¿O no?
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