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Lo de México y lo de Guatemala

Separar Estado y oligarquía allá, restaurar a la oligarquía aquí.

Mario Roberto Morales

Una de las ideas centrales de López Obrador ha sido la de la necesidad de separar al Estado del poder económico oligárquico. Esta relación, dice, es la causa de los males de México. No es que la causa sea sólo la corrupción de los políticos; lo es básicamente la corrupción del sistema económico, porque éste tiene de rehén al Estado. Por eso repitió mucho que acabando con la corrupción se podía remediar todo lo demás, pero entendiendo por corrupción esta nefasta relación de dependencia entre el poder económico oligárquico y el Estado mexicano. Así como el liberalismo separó al Estado de la Iglesia, ahora se hace necesario separar al Estado de la oligarquía, asumiendo la plena y soberana autonomía de lo público, que es lo que hace que un Estado sea poderoso y fuerte aunque sea pequeño, y es la base para volverlo eficiente y probo. El principio político de separar al Estado del poder económico oligárquico es aplicable a casi toda la América Latina, y es el cimiento de la recuperación del papel social del Estado en materia de salud, educación, servicios, seguridad, justicia y demás.

Por eso, en sus declaraciones luego de entrevistarse con Peña Nieto, dos días después del triunfo arrollador de MORENA, AMLO dijo que “El Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y representará a todos los mexicanos, ricos y pobres”. Y fue más lejos afirmando que será un Estado popular al agregar que “Escucharemos a todos, pero daremos preferencia a los más humildes y a los olvidados, en especial a los pueblos indígenas de México”. Esto será consecuencia de separar al Estado de la oligarquía.

También indicó que “En política exterior se volverán a aplicar los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y de solución pacífica de las controversias. Con el gobierno de EE. UU. buscaremos una relación de amistad y cooperación para el desarrollo, siempre fincada en el respeto mutuo y en la defensa de nuestros paisanos migrantes”. Esto significa un no alineamiento sumiso a la geopolítica regional, y hacer valer la soberanía de México y su derecho a la autodeterminación según el interés nacional, no según el interés corporativo transnacional.

En Guatemala no se percibe nada parecido para las próximas elecciones. Al contrario, todo indica que derechas e izquierdas oficiales se volcarán –alegre y oportunamente ¡unificadas!– hacia el plan geopolítico y la restauración oligárquica en marcha. Dando –eso sí– una apariencia de progresismo tibio en el que el ventrílocuo mayor será el Pollo Matrero, y su muñeca-presidenta una señora de enorme peso (mediático). Esto, a menos que algo insólito ocurra en el seno del pueblo campesino y se expanda al pequeño empresariado indígena y las capas medias rurales. Así, la cosa cambiaría. Y mucho.

Fuente: [www.mariorobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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