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Lloremos por mi hijo

Danilo Santos

Tiene razón señor Presidente, lloremos, motivos hay de sobra y es imposible, lo entiendo, afrontarlos sin que se le amargue a uno el cogote. Por ejemplo, fíjese que el otro día lleve a mi niño al Centro de Salud y a trompicones pude leer que no había vacunas, qué hago, usted mejor que nadie sabe cómo está la situación en el país; con mi jornal de sesenta y cinco quetzales bien pagados no alcanzo a juntar, aunque me caiga la “bendición” de trabajar de lunes a domingo un mes enterito. Fui a fiar, no me quedó de otra, pero nadie me quiere prestar porque no tengo trabajo dicen, garantías menos; donde vivo es posando que estoy y en un lugar hasta “nit” me pidieron, no tengo para comer menos para “nits” de esos. Donde me dan “chapia” una vez al mes, ya me conoce el “patrón” y bueno, me dio un billete adelantado. Fui a la farmacia y casi lloro, casi, pero no lloré, casi lloro cuando me dijeron el precio, el de blanco del otro lado se medio rió, me dijo un número de miles, yo un billete llevaba nada más. De vuelta en casa me dicen que ya la vacuna no es necesaria. Y ahora qué me importa nada si me duele hasta respirar, ya no es necesaria la vacuna, ya no; ahora sí señor Presidente, lloremos, imagino que usted llora porque mi niño no alcanzó a esperarnos, a mí que ganara lo suficiente, a usted que hiciera lo suficiente.

Fuente: [sanatevergueador-dalekos.blogspot.mx]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar