Leyendas de Guatemala
Marcela Gereda
Sus páginas ya para entonces amarillentas fueron una especie de compañía y refugio. En mi fascinación por los mundos oníricos, durante mi adolescencia mi abuela me regaló el libro que había sido publicado en 1930, Leyendas de Guatemala, contenía nada más y nada menos que historias de origen Maya, en las que Asturias refleja sus estudios de antropología, cuando se sumergió en el Popol Vuh en su llegada a Paris en 1923.
Leyendas de Guatemala está conformado por una serie de cuentos cortos, que transforman las leyendas orales de la cultura popular en una propuesta ética, estética e ideológica para conformar un nuevo orden en la realidad: un mestizaje.
Como percursor del “realismo mágico” Asturias en estas páginas da una perspectiva no solo antropológica, sino estética y poética de mundos oníricos que se producen en las “ciudades mayas yuxtapuestas de ciudad sobre ciudad…rodando un paso hoy y otro mañana”.
Según diversos estudios, el proceso de pensamiento mítico que caracteriza Leyendas de Guatemala debe ser visto no solo desde una perspectiva antropológica, sino como la raíz de una nueva visión de la realidad que caracteriza a esta literatura que tiene por eje ideológico la interculturalidad entre el mundo indígena y no indígena.
Cuando hace cincuenta años Asturias recibió el Premio Nobel de Literatura, pronunció un discurso que denominó “La novela latinoamereicana, testimonio de una época”, en ella Asturias comenzaba preguntándose cómo es que en un país periférico y marginal, aislado de los principales movimientos culturales como era (y es) Guatemala podía llegarse a obtener el principal premio de las letras universales.
En ese discurso Asturias da cuenta de cómo las literaturas indígenas mayas, azteca, inca influyeron la lengua castellana. No solo con nuevos conceptos, sino con construir otras formas de nombrar la realidad, lo mágico, lo maravilloso: la poesía. Y desde ahí construir otro orden de las cosas, fuera de cánones occidentales.
Entonces recuerdo las discusiones en clase de “estudios latinoamericanos ” cómo disentí con la profesora y su manera de plantear el pensamiento decolonial”, ese que ahora se encuentra en el corazón de las discusiones estéticas y filosóficas contemporáneas, como algo “único” y “novedoso” y que en realidad poco tiene de vanguardia pues este estuvo en el origen de eso que llamamos “letras americanas”. Es decir, la novela latinoamericana como proyecto de afirmación nacional y cultural es un camino de liberación del mundo colonial y la cultura occidental.
Pensando en ese discurso del Nobel, en esos mundos oníricos de “Leyendas de Guatemala” y en las palabras del hijo de Miguel Ángel, al recibir la Orden del Quetzal en año pasado: “mi familia y yo, consideramos que Miguel Ángel Asturias puede ser un referente que contribuya a la construcción de nuestra identidad nacional, definida como unidad en la diversidad. Guatemala es un país multiétnico, multicultural, multilingüe, donde todas y todos tenemos algo que aportar”.
Como profesora de literatura y amante de la obra de Asturias, mi madre me contaba cómo cuando Asturias llegó a Paris a principios del siglo pasado ( en los veinte, cinco años despues de finalizada la I GM, del gran proyecto cultural y civilizatorio europeo del siglo XIX solo quedaban vestigios) queriendo encontrar el modernismo francés, encontró más bien bajo la guía de su eminente profesor de la Sorbonne Georges Raynaud (quien al estar frente a Asturias pensó muy emocionado estar frente al prototipo de los perfiles de las estelas mayas), el mundo del Popol-Vuh y se deslumbró con el surrealismo. Es en la interacción con esos mundos mayas que Asturias comprende que le tocaba inventar algo nuevo: crear una nueva voz, una nueva visión cultural de nosotros mismos.
Esta, sueña Asturias, es la clave de la originalidad cultural de América Latina. Así, desde su ladinidad, Asturias se apropia del mundo indígena (un mundo negado y excluído) para generar un mestizaje híbrido interétnico e intercultural. De ahí que su obra puede crear sentido de pertenencia y cohesión porque desde su inmersión en mundos mayas se registran maneras de ver un mundo que nos remite a nuestros orígenes.
Es cierto de que Guatemala es de los países donde menos se conoce a Asturias. Acaso porque a diferencia que en México donde si hubo proyecto de identidad nacional, aquí nunca ha habido un proyecto político que defina nuestra identidad. Pero ahí está Asturias, esperándnos a que lo leamos, a que nos lo apropiemos para conformar el imaginario de lo que pudiese ser ese sujeto híbrido e intercultural.
Leer a nuestro premio Nobel, Asturias para impulsar la imaginación, combatir el analfabetismo y fundar una cultura humanística que nos libere y nos llene de poesía, color, sonidos y mundos oníricos. Pulverizar todo lo que nos ata a ese mundo colonial, retorcido y barroco, y crear una nueva luz, un nuevo lenguaje, una nueva visión de nosotros mismos y lo que nos rodea.
«Incendios estampados en las huipilerías de sedas luminosas. Huipiles. Cada huipil un incendio. Un incendio bordado en los telares de las quemas, donde fácil era inmovilizar un pájaro entre las llamas, pájaros de extraordinarios colores, convertidos en símbolos de plumas imitadas con hilos coloridos… un instante antes de consumirlos el fuego mismo los fijaba en los huipiles. Hilo de cocer heridas. Hilo de cocer sueños. Hilos de no cocer nada. Nudos. Manos y pies abstractos, sueltos en el huipil…hilos tribales en la más delirante decoración de un sueño…(Leyenda de la mujer de ceniza).
En la leyenda La Tatuana, esa historia de una esclava cuyo amo, el Maestro Almendro, prendado de ella la dejó en libertad, tatuándole con la uña un barco en el brazo, con el propósito de que a través de ese artificio, ella pudiera escapar cuando fuera necesario. Gracias Miguel Angel por regalarnos artificios mágicos y esos mundos oníricos para soplar una nueva realidad para nosotros. Sus páginas amarillentas y sus letras sobrecogedoras poblaron para siempre mi cabeza de aves, un cucú de los sueños para reinventarlo todo…
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