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Las herramientas del engaño

Edelberto Torres-Rivas

Una de las debilidades de la edad es soñar despierto realidades perfectas, situaciones ideales en que imagino utopías, sin olvidar que lo irreal camina de la mano de un manojo de rasgos utópicos: he imaginado a Guatemala como un país donde no hay mendigos. Estoy tocando un tema que no está en el ambiente del día sobre los compromisos empresariales de la lucha contra la corrupción. Estoy en este tema de la pobreza que en verdad no es sino una tragedia que encierra dramas. Cuando digo país con mendigos no me valgo de la hipérbole para exagerar el dato, sino de lo ontológico, entendido como la objetividad de lo real. De las estadísticas se pueden derivar muchas hipótesis.

Así, el día de hoy, en abril de 2018, hay cuatro millones de guatemaltecos que no “almorzarán” en el sentido cotidiano del término, y tal vez solo harán la cena que es una jarra de barro con agua de frijoles. El 70 por ciento de la población trabajadora en este mercado laboral, lo hace en el sector calificado como informal de la economía, le llaman así por no tener estatus legalizado para su grupo, no pertenece al IGSS y tampoco tiene derechos laborales. Son más de ocho millones de niños, adultos de ambos sexos que sobreviven en negocios como por ejemplo la gente que se ubica en las esquinas de la ciudad y de repente son vendedores de tacos. Un alto porcentaje de ellos no tienen ganancia solo la reposición del capital.

La privación transforma el semblante del ser humano.

Probablemente un sentimiento de angustia por el hijo enfermo y porque no hay dinero para curarlo. El hambre tiene un rostro; puede marcar el rostro prematuramente con algunas arrugas que no son gratuitas, que no se pueden ocultar con cremas. En una muestra de hogares que tengo a la vista se preguntó al jefe de familia sí estuvo preocupado porque pensó que su hogar podía quedarse sin comida durante los últimos 12 meses, el 49 por ciento de los encuestados, contestó que sí, que sí había tenido miedo o angustia por esa carencia.

Esta preocupación, de casi la mitad de las familias guatemaltecas, se patentizó con el registro del 23.2 por ciento, equivalente a 4 millones de personas, que afirmó no haber comido, al menos una vez, durante el año anterior a la encuesta, por falta de dinero (INDH 2016). Estamos acostumbrados a leer estadísticas. Aquí solo estamos dando un dato sobre un ser humano y cierto. Ese año más de 4 millones de guatemaltecos pasaron por ese trance doloroso. Los datos analizados dan cuenta de una dimensión que los ricos nunca consideran: la congoja por no tener dinero para comer, la angustia de no tener acceso a la alimentación.

Los estudios sobre pobreza se ampliaron la última década con el concepto de pobreza multidimensional, que incluye ocho variables agrupadas en tres dimensiones, salud, educación e ingreso. Según este enfoque, sin duda esa angustia mencionada predomina en las familias indígenas, ya que en ese sector el 84 por ciento se registraba como pobre. Y estas cifras corroboran que el 53 por ciento de menores de cinco años padecen de desnutrición crónica en el área rural, donde se producen los alimentos básicos y de esa cuenta el 58 por ciento de niños indígena son quienes la sufren.

¿Cuántos mendigos hay en Guatemala? Tal vez el número corresponda al 4.2 por ciento de la población que se encuentra más afectada según los índices de pobreza multidimensional y que equivale a más de 700 mil personas. Esta horrífica cifra no formaba parte de mi sueño despierto. Solamente imaginaba una sociedad donde no había mendigos. Las imágenes que uno evoca para darse por satisfecho, se acabaron pronto. Seguramente volveré a soñar despierto y, de nuevo no tendré estadísticas a la mano, solamente esa obsesión de viejo de imaginar, más bien de desear, una patria distinta, donde haya menos gente angustiada porque no les alcanza el dinero para comer.

¿Me cansé de soñar? No, es más importante luchar con la realidad y no con los sueños. Está demostrado que la pobreza puede ser combatida y vencida. Cuando así suceda no habrá necesidad de estar despierto para imaginar mundos mejores. Basta la decisión de trabajar por los cambios.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/domingo/2018/04/22/las-herramientas-del-engano/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Edelberto Torres-Rivas