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Las dos Guatemalas

Santos Barrientos
santosbarrientos3@gmail.com

Desde 1954 a la fecha, se pueden observar al menos dos cosas: 1. El incauto derrocamiento del gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán y, 2. La crisis institucional del Estado. Pero esto no es nada nuevo, luego vendría la supuesta “firma de los Acuerdos de Paz”, con lo cual se pretendía erradicar el enfrentamiento armado y evitar incrementar las más de 200 mil personas fallecidas; pero eso no es todo, luego en 1985 con la llegada de la nueva Constitución Política, que entraría en vigencia en 1986, se tendría un tenue pero acongojado regocijo al pasar de gobiernos autoritarios y represivos a gobiernos “democráticos y representativos. Y, es que, el problema no es de leyes, porque como bien se sabe nuestra constitución es de carácter imperativo-atributivo pero que se queda en el imaginario de las instituciones públicas al no aplicar los artículos contenidos.

A partir de esta introducción puedo afirmar que casi nada ha cambiado, la “firma de los Acuerdos de Paz” pasa a quedar en la memoria histórica, pasa a formar parte del baúl de los recuerdos. Muchos de los guatemaltecos tienen una terca y mala costumbre del olvido, no poseen memoria histórica y prefieren observar detenidamente partidos de Fútbol que apostarle a leer libros y recordar los miles de hechos ocurridos antes y después del enfrentamiento armado interno. Hablar que hubo 200 mil personas que fallecieron en aquel enfrentamiento nos permite recordar que después de 1996 a la fecha ha habido más personas fallecidas, aunque no con enfrentamiento armado, nos han matado de varias maneras:  la pobreza, que en nuestros días alcanza el 59,3%; la desnutrición crónica, la violencia, la desigualdad… son muchas las brechas que se deben cerrar para generar un crecimiento inclusivo y paritario. Para esto es necesario el compromiso de cada guatemalteco.

Las dos Guatemalas vienen a representarse como un monstruo destructor que divide a la población, estas se representan a manera de ejemplo: en una Guatemala indígena y otra ladina, una que no cuenta con los recursos y otra que si tiene los recursos necesarios para subsistir, una izquierda y otra derecha, una moral y otra inmoral… y así, nos han venido dividiendo desde mucho antes de la firma de los acuerdos de paz.

Creo que con un fuerte fortalecimiento institucional del Estado, un compromiso con el Estado de Derecho y la Justicia Social se pueden lograr los cambios necesarios para lograr pasar a esa era democrática, representativa y con liderazgo. Sin embargo, es necesario apostarle a una educación con aras al futuro, es decir, que cumpla con el fortalecimiento del alumno, que enseñe a pensar y no que cree los miles de robots que empiezan a merodear y a articularse en una de las dos guatemalas mencionadas.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Santos Barrientos
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