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Las barreras de la historia

Aún no se derrumba el embargo económico de EE. UU. hacia Cuba.

María Aguilar

La semana pasada observé con atención el arribo y estancia de Barack Obama en Cuba. Y aún viéndolo mis ojos no lo creían, no solo porque en casi 90 años un presidente estadounidense no visitaba la isla, sino porque para mí como historiadora, la relación antagónica entre Cuba-Estados Unidos se sostenía como un símbolo casi eterno del imperialismo estadounidense, arropado en la presuntuosa noción del “destino manifiesto”, que resultó en más de medio siglo de un doloroso aislamiento económico, sufrido en su mayoría por los cubanos de la isla.

En su discurso, Obama hizo referencia a las “barreras de la historia y la ideología”, aceptando brevemente el rol imperialista de Estados Unidos en la isla. Hizo también mención de la fuerza de esclavos que construyeron ambas naciones como un origen compartido, sin embargo, su discurso obvió lo que las nuevas generaciones han olvidado: que la relación adversaria no comenzó en 1959 con el triunfo de la Revolución Cubana o en 1961, cuando Fidel Castro la declara una revolución socialista, sino en 1898 cuando los Estados Unidos se apropian de la lucha independentista cubana y se impone como un nuevo ente colonizador substituyendo a España y convirtiendo a Cuba, Guam y Puerto Rico en sus colonias. A esto, Obama solo dijo “conozco la historia, pero me niego a verme atrapado por ella”.

Haciendo referencia a las “barreras del dolor y la separación”, Obama se expandió en presentar al exilio cubano como producto del anhelo de la “libertad y oportunidad” sin reconocer que antes de la Revolución la mayoría de los cubanos sufría por hambre, falta de vivienda, analfabetismo, corrupción entre otros muchos problemas que hoy plagan a América Latina y a los mismos Estados Unidos.

Obama dijo llegar a Cuba para enterrar los últimos vestigios de la Guerra Fría. Y sin embargo, la visita aún no derrumba la reliquia más grande de esa guerra: el embargo económico y su impacto en la población. De igual forma, con una base naval en la isla, en donde se reportan innumerables violaciones a los derechos humanos, Estados Unidos tampoco ha derrumbado el ultimo vestigio de su imperialismo en Cuba.

Fuente: elPeriódico [www.elperiodico.com.gt]

 

María Aguilar Velásquez
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