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La voz del color de la tierra

Danilo Santos

La voz del color de la tierra habla con palabras claras aunque lo que diga esté atropellado por la gramática y el manejo de otro idioma. Nos dicen: aquí estamos, existimos. Las exigencias podrán parecer descabelladas, “aburridas” e “inviables”, pero son perfectamente comprensibles. La cuestión está en escuchar, no en oír e ignorar.

Veamos. Quién representa los intereses de los campesinos frente al Estado. Los diputados distritales, gobernadores, alcaldes, o los partidos políticos como tal. A través de quién el Ejecutivo atiende la problemática rural planteada; a través del Ministerio de Agricultura, de Desarrollo o el de Comunicaciones. O los que no caben en ninguna parte tienen que enojar a todos para que les pongan atención.

Los empresarios se quejan de las pérdidas ocasionadas por uno o dos días de bloqueos, señores, no hay ábaco que alcance para calcular la miseria ocasionada por el olvido y la exclusión patrocinada por su modelo de desarrollo.

El correlato de fuerzas y las alianzas quizá no sean los suficientes para lograr lo que Codeca pide, quizá tampoco sus dirigentes tienen la pedante elegancia de la retórica con la que muchos analistas descalifican sus propuestas; pero la raíz de lo que plantean debería ser entendido y atendido, no solo por este Gobierno o el que esté de turno, sino también por la sociedad que inmediatamente condena, descalifica y se mofa de gente sencilla que simplemente dice lo que piensa y quiere: un Estado Plurinacional, recambio de la clase política y nacionalización de la energía eléctrica.

Apenas alcanzamos a ver la punta del iceberg en la cooptación del Estado y la reacción de la base de ese gigante monumental es verdaderamente hostil. La presencia de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala es producto de la incapacidad del Estado para librarse por sí mismo de la corrupción. Los casos planteados y la mayoría de imputados hasta ahora, serían impensables años atrás. He allí el origen de la problemática planteada por esos “despreciables” campesinos.

Y la mata seguirá dando durante los años de mandato que la CICIG tenga, y aún después, porque es demasiado eficaz la manera en la que la corrupción se nos ha sido impuesta y, es demasiado profundo lo que ha penetrado en la manera de ser y vivir de los guatemaltecos.

Aprovechándose de lo anterior, se ha montado una estrategia de ataque y desprestigio contra Iván Velásquez y la CICIG, Thelma Aldana y el MP, el juez Gálvez y lo que empezaba a brotar en el imaginario social sobre la justicia en Guatemala. Contra los defensores de Derechos Humanos, organizaciones sociales, dirigentes indígenas y campesinos, y cualquier voz que pretenda cambiar el estado de cosas. Lo lamentable es, que dicha estrategia encuentra cada vez más adherentes.

No se trata de estar en contra del Presidente, los empresarios, el ejército, la derecha, etc. Se trata de estar a favor de lo que nos haga convivir con paz y justicia, el que gobierne, el que invierta y cobre, sirva y piense, con honradez, no tiene de qué preocuparse.

En lugar de pedirle a un campesino que se ponga a trabajar por Guatemala, hay que hacer lo que se le pide a ese campesino sobre el lomo del cual ha sido construido el país.

Fuente: [http://lahora.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar