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La voluntad de los invisibles

Javier Payeras

Los invisibles son seres de acero. Desde el principio, su vida es una constante lucha por no dejarse borrar. Saltan directo a los brazos de la partera o del estudiante residente de turno en cualquier hospital nacional. Uno de los tres, cuatro, cinco… hijos de una familia pobre. Casi siempre con pocos estudios, la escuela está siempre lejos de la casa y lejos del jornal que apenas alcanza para darle de comer a todos. Caminan, caminan, caminan y caminan; toda su vida están en tránsito, de peor a mejor y de mejor a peor. La mayor parte de su existencia es un largo préstamo, porque si quieren mantener algo calentándose en el fuego, tienen que recurrir a los usureros de siempre.

Los invisibles apenas si ocupan un sitio. Colman cuartos alquilados por trescientos quetzales; pasan días buscando quién necesite un empleado de confianza; se pierden entre los peatones que cruzan velozmente el periférico y que más de algún piloto maldice o atropella.

Los invisibles se hacen ver tarde o temprano. Pueden sobresalir, pero tienen que demostrar un talento extraordinario para ser vistos. La mayor parte de la gente nunca los podría en su vitrina de héroes; no se parecen a los modelos que promocionan vehículos o refrescos en los programas de cable; su apariencia está más cerca de quienes salen en las noticias esposados y consignados por la Policía.

La voluntad de los invisibles que vienen de pueblos invisibles de países invisibles; esos que vienen de lugares como Guatemala, donde esperamos que los mesías bajen de helicópteros o de vehículos blindados. No esperamos que vengan caminando, que vengan andando. Solo su gran pasión y su voluntad a prueba de todo, pueden hacer que nos fijemos en ellos. Cuando dejan su huella en nosotros. Cuando todos –sobre todo los oportunistas y demagogos- los señalan y dicen: “Los vi primero”.

La grandeza en nuestro país comienza a crecer donde nadie la ve; de eso, su verdadera grandeza. Gracias, Érick, por tu inspirador ejemplo de voluntad y de sencillez.

La mayor parte de la gente nunca los podría en su vitrina de héroes; no se parecen a los modelos que promocionan vehículos o refrescos en los programas de cable; su apariencia está más cerca de quienes salen en las noticias esposados y consignados por la Policía.

Fuente: [http://soledadbrother.blogspot.mx]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Javier Payeras
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