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Breves adaptaciones y glosas de algunos aforismos perdidos de Carlos Monsiváis.

En su libro Autoayúdate que Dios te autoayudará, el mexicano Francisco Léon logró entresacar, de la abundosa obra de Carlos Monsiváis, más de mil aforismos o piezas breves de comprimida y rotunda contundencia.

Hoy, cuando los kaibiles se están preparando para trasladarse de la selva (su hábitat natural) a la Casa Presidencial de Guatemala (como ex simios en cristalería), la vocación de víctima de este pueblo (expresada en su gusto por elegir a sus verdugos para que lo gobiernen) bien puede ilustrarse adaptando a nuestra realidad política algunos de los aforismos que, entresacados a la fuerza por Francisco León, se hallaban agazapados en la torrencial obra de Monsiváis, quien lamentablemente no se aplicó a sí mismo la fórmula que le endilgó a Tito Monterroso, de quien dijo que era “misericordiosamente breve”.

He aquí algunas de esas adaptaciones:

“El valor de no haber sido es el temor de seguir siendo”.

Este aforismo se puede adaptar a nuestra realidad recordando que el valor de no haber sido valientes para defender la soberanía nacional en 1954, se trueca ahora en el temor de seguir siendo un corral de gallinas y no un país de ciudadanos dignos.

“No hagas caso de lo que te digo sino de lo que te quiero decir”. Pues hacer caso de lo que nos quieren decir y no de lo que en verdad nos dicen, implica tragarse el cuento de que es necesaria la “mano dura” para combatir a la delincuencia organizada, cuando ya se sabe que lo único que puede hacer un gobierno a estas alturas es administrar “legalmente” esta “economía informal” (que ya incluye al 82% de los sectores económicos ligados al PIB) para que sus capos no se maten entre sí, y que esta es la única “paz social” posible.

“La fealdad de la miseria es contagiosa”. Si no lo creen, vean cómo la horrible miseria indioladina es tan infecciosa, que los criollos se vacunan contra ella imponiéndole matarifes (de gente indefensa y desarmada) en calidad de estadistas.

“Sin la chingada las conversaciones se oyen falsamente nacionalistas”. En efecto, sin el chingadazo (o el putazo) no nos sentimos oriundos de un terruño al que amamos porque nos destruye (como el adicto ama su letal estupefaciente).

“Si te han de matar mañana, yo te mato de una vez”. Esta es la máxima kaibil de la ultraderecha política y sus anillos paramilitares, cuyos métodos y técnicas aquélla identifica con lo que en su mentalidad castrense son el “carácter” y la “decisión”.

“Nos convertimos en lo que contemplamos”. Por eso somos impasibles ante la insultante posibilidad de llegar a ser gobernados por nuestros verdugos, los kaibiles.

“Lo naco es una imagen inferiorizada de un país menor”. Y lo cholero es la efigie pisoteada de un lugar que fue país y que soñó con ser nación.

“La inestabilidad es la norma” (de una finca cuyos propietarios criollos hacen administrar como prisión a sus lacayos uniformados).

“La flojera del mexicano más bien se llama desempleo”. Y la haraganería que la criollez chapina le endilga al sujeto indioladino pobre, más bien se llama incapacidad productiva del autollamado sector productivo, el cual vive (como medio mundo aquí) de las remesas de los ilegales y del lavado de dinero, que es la hemoglobina en las venas del oligonarco sistema financiero local.

“Cada gobierno tarda seis años en enterarse de lo que pasó en su sexenio”. Aquí, a cada gobierno le lleva cuatro años averiguar lo que dejó de hacer. Por eso, será hasta el 2016 cuando los que voten por el fascismo se den cuenta de su alegre, torva y aforística imbecilidad.
[stextbox id=»black»]“Lo naco es una imagen inferiorizada de un país menor”. Y lo cholero es la efigie pisoteada de un lugar que fue país y que soñó con ser nación.[/stextbox]

Mario Roberto Morales
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