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La victoria oligárquica del 2015

Y lo que hay que hacer frente la segunda fase del golpe de Estado blando.

Mario Roberto Morales

El objetivo geoestratégico era implementar el Plan para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica, a fin de militarizar la zona para la contención de migrantes, la protección de futuras inversiones transnacionales en minería, hidroeléctricas y agrocombustibles, así como para sofocar las protestas de los pobladores cuyo hábitat es destruido por estas formas de acumulación de capital. También, para contrarrestar la influencia de la presencia china en Nicaragua.

La primera fase del plan culminó con éxito al hacer a un lado a los “impresentables” y poner en su lugar a un títere de estos intereses, custodiado por militares genocidas. Para el efecto, la oligarquía se apegó al guión de los golpes de Estado blandos, teorizados por Gene Sharp en libros como La lucha política no violenta y De la dictadura a la democracia.

La segunda fase del plan consiste en implantar un gobierno neoliberal que encoja más el poder del Estado mediante severas medidas de austeridad en el gasto público (que ya empezaron con Maldonado), en la sustitución de las funciones sociales del Estado por las de la oligarquía mediante las “alianza público-privadas”, y en una reforma neoliberal del Estado que se llama Pro-Reforma y que dejará en manos de “notables” de la ultraderecha las decisiones económicas y políticas nacionales. Esta fase ya dio inicio y se profundizará a lo largo de los próximos cuatro años hasta reducir el Estado a una mera oficina gerencial.

Oponerse a este plan —que responde a la guerra geoestratégica entre Estados Unidos y los BRICS— requiere de la comprensión crítica del carácter global de la pugna entre las potencias, así como de las dinámicas y los actores locales que protagonizan la puesta en escena de la democracia y de su juego eleccionario. También, de la manipulación mediática de la justa, sincera y acumulada indignación de algunas masas ya hartas de la prolongada estafa política de la que son víctima desde 1954.

Todo, para forjar una sociedad civil unida en un solo frente diverso que se constituya en una fuerza política capaz de hacer propuestas locales basadas en el conocimiento concreto de las dinámicas geoestratégica globales para, a partir de aquí, realizar acciones políticas que combinen la movilización popular organizada con la creación de un partido que —como Podemos— replantee la manera tradicional de ejercer el poder. Para hacer esto hacen falta muchos dirigentes sectoriales, grupales, generacionales, étnicos y femeninos, unidos por este conocimiento y por la comprensión de los objetivos de cambio que convienen a las mayorías.

Si la fútil revolucioncita oligárquica de los camisas blancas —que creó el “caso Rosemberg”— fracasó, la “primavera azul y blanco” y su “lucha contra la corrupción” fue un éxito y, con ella, la oligarquía se nos impuso otra vez, como en el 54. Y si aquella victoria duró hasta la fecha, esta durará 50 años más. Tal, el plan oligárquico-neoliberal. Y sólo podemos revertirlo ¡organizándonos! para democratizar el capitalismo local y por un Estado fuerte, eficiente y probo. El hedonismo y el deseo son sólo impulsos básicos (¡manipulables!), no métodos de lucha.

NOTA. Hoy, a las 17:00 horas, en el Centro Cultural Universitario (Paraninfo), la Escuela de Ciencia Política de la USAC presenta el foro “Desclasifiquemos el modelo de inteligencia en Guatemala”, para responder a preguntas como ¿quiénes nos vigilan, por qué y cómo lo hacen? Asista.

Mario Roberto Morales
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