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La “revolución” geopolítica

Y la restauración “democrática” del poder oligárquico.

Mario Roberto Morales

Hasta el 14 de septiembre, la pugna intraoligárquica en curso se resolvía mediante la negociación. Al parecer, la facción fascista (Liga Pro Patria-Avemilgua-Fundaterror et al), que se niega a pagar impuestos por haber sido dejada fuera del magro usufructo del Plan para la Prosperidad (PPP) y que defiende a Jimmy en nombre de “la institucionalidad”, accionó el día 13 por medio del Congreso para hacer que la facción mercantilista (Cacifundesa-Multinversiones et al), que ya pagó impuestos y compró así su impunidad ante la CICIG, pactara por encima de la bipolaridad Jimmy-Iván el pago de gravámenes de la primera facción a cambio de una cuota de impunidad por parte de la mencionada Comisión. Y pactaron. Por eso, el 14 los diputados anunciaron que el 15 quedarían sin efecto las torvas modificaciones que hicieran al Código Penal, y el CACIF empezó a distanciarse de la protesta.

Eran componendas intraoligárquicas, aunque el izquierdoderechismo rosa-lila (aliado con la facción oligárquica mercantilista) dijo que la vuelta atrás del Congreso se había debido a la presión de la gente en las calles.

La movilización urbana del 15 parecía pues innecesaria, ya que los diputados habían dado marcha atrás y hasta dijeron que “se habían equivocado”. ¿Por qué entonces ocurrió y además se vio infiltrada por alborotadores y guarimberos? ¿Y por qué los rosa-lilas convocaron a un “paro nacional” para el 20 de septiembre empujando las reivindicaciones más allá de Jimmy, hasta la renuncia de los diputados y el colapso del gobierno? Quizá porque a la geopolítica le pareció que la negociación intraoligárquica en curso (que alejó al CACIF del “paro”) podía abortar el golpe de Estado blando si llegaba a desactivar el motivo (Jimmy) del mismo, por lo cual decidió adelantarse y endurecer el golpe un poco para que culmine bajo la apariencia de que –como en el 2015– es “el pueblo” el que realiza el derrocamiento y no la acción geopolítica que manipula la buena voluntad de mucha de la gente en la calle. Porque lo que más interesa a la geopolítica en esta fase de su puesta en práctica de la teoría de la acción política no-violenta es que la restauración oligárquica parezca una gesta cívica ante el mundo (vía CNN y medios locales de ultraderecha y de izquierda rosa financiados por Soros), con visos de una “original” revolución pacífica que se ofrezca como alternativa al camino “errado” de Venezuela para el cambio social. El experimento está funcionando bien. Tanto, que seguirá con el “paro” del 20, que buscará tornarse en la culminación del golpe y de esta alegre “revolución” geopolítica.

Pero el mejor saldo del 15 fue que la derecha lila se desenmascaró –al abogar por los diputados y justificar el uso de la fuerza pública contra los manifestantes– como un grupo que no lucha por el interés popular y que, lejos de ser manipulado, forma parte de la manipulación. Lo cual me lleva a afirmar que es imperativo que el resto de movilizados despierte a la conciencia crítica sobre para quién trabaja y empiece a convertirse en un instrumento político autónomo y por ello capaz de investirse como interlocutor alternativo a la oligarquía frente a la geopolítica, así como en una fuerza capaz de sanear y refundar la sociedad civil y el Estado para renegociar los lesivos términos económicos del PPP. Sólo así podremos superar la restauración oligárquica y validar una Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional.

Fuente: [www.mariobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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