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La restauración oligárquica

O por qué la CICIG arremete contra unos oligarcas y contra otros no.

Mario Roberto Morales

Para explicar este hecho hay que ubicarlo en el contexto de la pugna global entre los BRICS y EEUU, porque los BRICS están implementando una alternativa a la globalización neoliberal, ya que esta última se basa en la suicida reproducción de capital vía la industria armamentista y su mercado de guerras contra el narcotráfico y el terrorismo. La alternativa BRICS pasa por la Nueva Ruta de la Seda y otras colosales iniciativas que hacen de Eurasia el nuevo polo de desarrollo planetario. Los BRICS están ya en Nicaragua. Por eso EEUU hizo del Triángulo Norte de Centroamérica un bastión defensivo contra ellos. Para lo cual ha implementado las mismas medidas que en Argentina, Brasil y Venezuela, a saber, las tácticas de la teoría de la acción no-violenta, de Gene Sharp: golpes de Estado blandos, revoluciones de color y luchas contra la corrupción.

Luego de limpiar aquí de impresentables al Gobierno, ahora hace falta que los oligarcas paguen impuestos para financiar a un Estado que sea capaz de administrar el Plan para la Prosperidad y no se robe el financiamiento asignado. A esto se debe que los oligarcas que han sido tocados por la CICIG paguen de inmediato sus multas e impuestos atrasados. ¿Pero qué pasa con los oligarcas a los que la CICIG no toca? Esos son los que ya están alineados con el plan geopolítico y por ello –en discreta cuanto puntual sordina– no sólo ya están pagando, sino se comprometieron a financiar con sus impuestos el futuro “Estado fuerte” que emergerá de esta hilarante barrida de cuatreros.

La necesidad de volver al “Estado fuerte” por parte de la geopolítica global estadounidense se debe a que el desmantelamiento de los Estados por parte del neoliberalismo (Salinas en México, Menem en Argentina, Arzú en Guatemala, etc.) dio como resultado más pobreza, más miseria, más corrupción, más violencia, más ingobernabilidad y, en consecuencia, más emigración hacia EEUU, más narcotráfico, más crimen organizado y mayor agudización de la crisis de los valores cristianos a los que el neoliberalismo apela cuando habla de ética y libertad individual. Ahora, para enfrentar la ofensiva de los BRICS (que, en este caso, ya están también en Costa Rica), se necesitan Estados funcionales, y eso se logra haciendo que los ricos los financien con sus impuestos. Por eso, los oligarcas locales denunciados por la CICIG están pagando, y los que no lo han sido todavía y siguen como
intocables, se hallan en esa condición porque pagan debajo de la mesa y porque ya se comprometieron con el plan de financiar el Estado “incorrupto” que emergerá en cuanto renuncie Jimmy Morales y se acelere el proceso de elecciones generales, o bien su vice termine el período dedicándose a crear condiciones para la puesta en escena del simulacro de una “refundación” estatal en los términos esbozados

El partido que protagonizará esta restauración y remozamiento del orden oligárquico (para que todo siga igual), estará integrado por neoliberales y oligarcas, y por la izquierda rosada y el coro de profesionales de la indignación placera sabatina. Bajo la bandera del pluralismo ideológico, la impoluta Thelma Aldana será la presi y un izquierdista rosado su vice.

He aquí el plan para la restauración oligárquica o “revolución pasiva”. La única alternativa a él es la convergencia de las organizaciones de la Guatemala profunda, liderando un proyecto nacional-popular por la soberanía y la dignidad nacionales.

Fuente: [www.mariorobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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