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La poesía, “un machetazo de maravilla”: Balam Rodrigo

Elio Henríquez, corresponsal

San Cristóbal de Las Casas, Chis. Para el escritor chiapaneco, Balam Rodrigo Pérez Hernández, (Villa Comaltitlán, 1974), ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2018, la poesía es “una forma del lenguaje, que no lo embellece sino lo dota de un dejo de asombro, de un machetazo de maravilla”.

En entrevista con La Jornada añadió que la poesía es como “construir un machete que nos maraville, limpie y ayude a limpiar el camino de lo cotidiano, de lo común y nos vaya mostrando lo que está escondido en la maleza o en la oscuridad, en lo que no vemos todos los días”.

Agregó que la poesía “se encarga de esas pequeñas cosas que ignoramos y que vemos, pero no vemos o vemos de otra manera; de hacerlas nuevas, como si fuese la primera vez y que cada vez que estemos frente a un verso, a un poema salgamos vapuleados, que no salgamos indemnes a través del lenguaje”.

De algún modo, continuó, “eso nos va a dar una visión poética del mundo, que es una forma de continuar los sueños como un estado permanente de ensoñación o de conciencia permanente distinto que nos humaniza”.

Balam Rodrigo ganó en días pasados el premio con Centroamericano de los Muertos, con el que busca “darle voz a la gente que no la ha tenido”, segundo de una trilogía de libros en los que habla y expone, “a través de la poesía, el éxodo de las y los migrantes centroamericanos en la búsqueda del sueño americano y que pasan desde el río Suchiate al Bravo por un verdadero infierno en nuestro país”.

Entrevistado en su casa ubicada en esta ciudad, destacó la coincidencia de ganar el galardón 50 años después del recién fallecido poeta Juan Bañuelos, primero en hacerse merecedor del premio creado en 1968. Los otros dos chiapanecos que lo han obtenido son Oscar Oliva y Efraín Bartolomé en 1971 y 1984, respectivamente. “Pasaron 34 años para que el premio regresa a Chiapas”, dijo.

Expresó que ganar el premio representa para él “el inicio y la puesta en marcha de un tema muy importante que he estado trabajando y divulgando”: las y los migrantes centroamericanos.

“Me parece importante que se publique el libro y reciba el reconocimiento porque es la tradición centroamericana de la poesía testimonial escrita desde esta Centroamérica mexicana que es Chiapas y en mi caso como soconusquense, la región más centroamericana de esta provincia”.

Manifestó que el tema de las y los migrantes centroamericanos le es familiar desde que era niño, ya que sus padres daban alojamiento a indocumentados que buscaban llegar a Estados Unidos, pues su casa estaba junto a las vías del tren en Villa Comaltitlán, en la región del soconusco, que colinda con Guatemala.

“Este libro es familiar porque desde los finales de los años de 1970 y de los 80, mis papás le dieron alojamiento a más de 300 centroamericanos que jugaban con nosotros” y “para mí era natural esta familia centroamericana; en una ocasión llegaron a haber más de una docena de ellos viviendo en mi casa, que era de pueblo, chiquita, sencilla. Y comíamos todos en la misma mesa sin distinción alguna y luego ellos se iban a Estados Unidos; algunos morían en el camino, otros nos mandaron cartas”.

Manifestó que el tema de las y los migrantes centroamericanos le es familiar desde que era niño, ya que sus padres daban alojamiento a indocumentados que buscaban llegar a Estados Unidos, pues su casa estaba junto a las vías del tren en Villa Comaltitlán, en la región del soconusco, que colinda con Guatemala.

Lo que hice en este libro, subrayó el escritor, conocido en Centroamérica por su defensa de los derechos de los indocumentados, por lo que ha recibido amenazas, “fue recuperar esa memoria familiar y la intención mayor es unir el río Suchiate y con el río Bravo con una hilera, un reguero, un río de muertos, de la memoria de esos muertos desde el Suchiate hasta el Bravo haciendo poemas con muertos y muertas centroamericanos que aparecen en algún mapa, noticias que conocí de primera mano y que quise darles voz”.

Comentó que “incluso algunos poemas puntuales no tenían un título sino la coordenada geográfica donde murieron y apareció una noticia en la que supe que habían muerto. Y como son cientos o miles tenía que escoger; fue un trabajo muy duro cuando escribí ese libro conmovedor, me costó muchísimo emocionalmente, terminé muy agotado porque pude haberle dado voz a muchos más y entonces tuve que hacer las historias que más me conmovieran, darle nombre a los que murieran desconocidos”.

En sus visitas a Guatemala o el Salvador, por ejemplo, para leer sus creaciones y hablar del tema, algunos se le acercan y le piden que le ponga su nombre o el de un familiar al alguno de sus poemas porque lo que narra ahí lo sufrieron ellos en su intento por cruzar México.

Afirmó que “para que no fuera un libro tan lineal de puros muertos hablé de las y los centroamericanos que fueron parte de mi familia, que vivieron con nosotros en la casa, que jugaban con nosotros, que nos dejaron lecciones de humanidad y familiaridad y recuperé su memoria; hablo de mis hermanos, de nuestra relación con ellos”.

Balam Rodrigo, su nombre completo lo usa “sólo para cuestiones formales”, destacó el hecho de que 50 años después de que Juan Bañuelos ganara el certamen, “otro libro escrito desde Chiapas ponga en el mapa y evidencie que en medio siglo se ha logrado casi nada en términos de derechos humanos”.

Abundó: “Me parece importante volver a poner el dedo sobre la llaga -no alcanzan los dedos de las manos porque son tantas las llagas-; hay que poner este tema, pero desde la poesía, lo que permite poner de nuevo en la discusión poética, en la crítica, al sur que hemos sido y seguimos siendo marginados. Que sigamos así hace que sea más actual la poesía de Bañuelos y de Oliva”.

Dijo sentirse “muy orgulloso y muy contento” por ganar el premio y representa “una gran responsabilidad de mantener esa verticalidad en el sentido de honestidad, la ética al margen de la estética porque muchos poetas que han obtenido este premio u otros piensan que con ese galardoncito… se les suben los humos, el culto a la personalidad, la megalomanía y se alejan de las personas; nada más reprobable que eso”.

Aseguró que “a pesar de que en México hay una resistencia a la manera testimonial de la poesía, en Centro y Sur América ha tenido mucha mejor recepción” su obra con el tema de las y los migrantes.

“Me parece importante que se publique el libro y reciba el reconocimiento porque es la tradición centroamericana de la poesía testimonial escrita desde esta Centroamérica mexicana que es Chiapas y en mi caso como soconusquense, la región más centroamericana de esta provincia”.

Fuente: La Jornada [http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2018/03/12/la-poesia-201cun-machetazo-de-maravilla201d-balam-rodrigo-405.html]