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La podredumbre del orden constitucional

Se observa al Ejecutivo gobernar entre la ineptitud y el descaro.

María Aguilar

El año pasado, en la coyuntura de la protesta por el escándalo de corrupción que envolvió al Ejecutivo y funcionarios del Partido Patriota, una de las iniciativas demandadas por algunos ciudadanos y colectivos fue la de retrasar las elecciones generales para primero reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos. El objetivo era que las elecciones se realizaran en un terreno relativamente menos excluyente y menos corrupto y así poder construir un gobierno levemente representativo. La propuesta fue rechazada por todo el espectro político, desde la extrema derecha hasta izquierda. El extremo conservador planteó que se trataba de un plan de la izquierda para tomar el poder, mientras el centro sostenía que era necesario respetar el orden constitucional y la izquierda partidista se negó argumentando que el cambio debía realizarse dentro del Estado y que las condiciones que vivía el país les darían las curules necesarias para lograrlo.

Fue evidente que el miedo a perder privilegios combinado con intereses personales, egos y ansias de poder pudieron más que la razón y se terminó eligiendo a otro Presidente y funcionarios públicos bajo las mismas condiciones que tanto se criticaron.

Y los resultados de defender el “orden constitucional” se evidencian diariamente en los medios de comunicación, cuando se observa al Ejecutivo gobernar entre la ineptitud y el descaro. Pero sobre todo, en las delincuenciales acciones de los congresistas del FCN, la mayoría tránsfugas, que revelan cómo con el gobierno de Otto Pérez y su bancada en el Congreso aún no se había tocado fondo.

Hoy, mientras el Presidente cree que hacer gobierno es exponer a niños a insolación y dar donativos, el país no deja de hundirse, entretanto, en el Congreso el desarrollo rural, parar la exoneración de impuestos o reformar la ley de Partidos Políticos no son prioridades. Ante la crisis de país, los congresistas se dedican a chantajear, insultar, extorsionar, mientras otros promueven la pena de muerte o la legalización del consumo de mariguana recreativa.

Con cada declaración pública o conversación filtrada se demuestra que la clase política tradicional, cual Ave Fénix, no murió sino utilizó las cenizas de la podredumbre del pasado para renacer y hacerlo con más fuerza.

Fuente: elPeriódico [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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