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La maldita primavera

Javier Payeras

En la foto aparece Dionisia junto a una enorme máquina para lavar ropa. El armatoste plateado reluce junto a la sonrisa de esta mujer q’anjob’al que salió de un municipio de Huehuetenango, en brazos de su tía, durante el muy duro año 82, y que luego de pasar catorce años de penurias como refugiada guatemalteca en México, decidió irse a probar suerte a los Estados Unidos.

Dionisia llegó a Los Angeles el mismo día que en Guatemala se firmaban los Acuerdos de Paz. Sus problemas no fueron menores, pasó hambre y durmió a la intemperie durante mucho tiempo. No hablaba bien español, lo que le complicó muchísimo el conseguir un empleo entre los inmigrantes hispanos. Una soledad enorme en una ciudad enorme. Atravesó toda suerte de labores domésticas; su inteligencia y curiosidad naturales le hicieron aprender inglés rápidamente y mejorar su situación. Quince años después podemos encontrarla trabajando como jefa de lavandería de una importante cadena hotelera.

Dionisia no recuerda Guatemala. Sabe que su madre tuvo que huir por la violencia desatada contra la población indígena. Volver a su país de origen es algo que no está en sus planes, porque su vida nunca estuvo allí. Sus dos hijas son estadounidenses y su esposo es haitiano. Se siente ajena al resto de guatemaltecos que hablan del “País de la Eterna Primavera”, tienen fotos y llaman a sus familiares. Ella no tiene nada de eso, nunca tuvo una partida de nacimiento y su familia completa fue asesinada brutalmente. En lugar de fotografías guarda el güipil de su tía que murió en México poco antes de emprender su viaje hacia el Norte. Guatemala es un enorme silencio, un lago vacío en su vida. La eterna primavera para ella no significa más que una fila de fantasmas, recipientes de un dolor agudo que nunca termina de comprender.

Durante un tiempo escuchamos hablar de los retornados, pero nadie dice nada de aquellos que no retornaron, los que se quedaron en el aire, sin suelo, sin un sólo papel que les diera un nombre. Por eso decidí escribir sobre Dionisia y su batalla.

Durante un tiempo escuchamos hablar de los retornados, pero nadie dice nada de aquellos que no retornaron, los que se quedaron en el aire, sin suelo, sin un sólo papel que les diera un nombre.

Fuente: [http://soledadbrother.blogspot.mx]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Javier Payeras
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