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La magia sonora de Joaquín Orellana

Comienzan a sentirse sonando de un modo maravilloso

Marcela Gereda

Conocí a Joaquin Orellana, a través de un disco que me regaló en 2008 un amigo. Hojas de álbum me hizo viajar y soñar a unas dimensiones sonoras inexplicables e indecibles. Después de eso fue imposible no indagar para conocer todo de ese alquimista genio, creador que es a la vez músico, violinista, compositor e inventor: Joaquín Orellana, el perseguidor de una curiosidad auditiva excepcional para quien el sonido y el ritmo fueron y han sido motores de vida, aquello que le sigue haciendo explorar en un universo de sonidos que solo él es capaz de captar para compartir.

A pesar de que es reconocido mundialmente por su invención y creación de útiles sonoros (por ser ingeniero acústico) y de ser uno de los músicos más prolíficos de Guatemala, en este país con tan pocos músicos, nunca se le ha reconocido ni se le ha dado el lugar que su música debiera de ocupar. El país del analfabetisimo cultural, del abandono y de la segregación de expresiones culturales únicas y trascendentales.

Se define a sí mismo como un “compositor subjetivo, influenciado por las fuerzas de lo místico y lo oculto”. Desde su niñez estuvo marcado por los ritmos y por una agudeza perceptual poco común, apasionado por la física y la química, la alquimia por descubir cuerpos extraños. Creador y fabricante de instrumentos. Interesado por generar mezclas extrañas, es un alquimista de la música.

Su paso por el Conservatorio y formación de su sentido plástico fue con el profesor Franz Ivich. Estudió música en Buenos Aires, becado gracias a una obra de juventud: Ballet Contrastes.

Es uno de los pocos guatemaltecos en experimentar con la música autóctona. Al tomar conciencia de que la marimba es una constante en nuestro paisaje sonoro, Orellana tomó este elemento para idealizar la marimba y trasladarla, desplazarla, hacia otras dimensiones sonoras, articulando nuevas formas y texturas de sonidos.

Su curiosidad auditiva le ha llevado a expresar en su universo sonoro desde el canto de la cigarra, al cambio repentino en el color del cielo, a estar siempre en tránsito y a la soledad existencial. En cada obra suya hay genio, entraña, sonidos que hablan directamente al alma.

Las composiciones del maestro Orellana son un juego de malabares dotado de hermosura. Una búsqueda lúdica del sueño que llevan también al oyente a soñar. Algo que en definitiva le hace falta a esta sociedad sin música, posmoderna, consumista, enajenada.

En una entrevista de Plaza Pública a Orellana, dice: “En el proceso que yo he tenido, la música que yo producía era literalizante. O, la literatura la sentía musicalizante. Una mutua envolvencia. En ocasiones, como un factor de inicio,
primigenio. Como a la mayoría de compositores, sucede que estás improvisando o tarareando algo interno y, de repente, los sonidos comienzan a sentirse en la mente auditiva, más que en el oído. Comienzan a sentirse sonando de un modo maravilloso. Y es porque la mente imaginativa, en confabulación con la mente auditiva, comienza a entrar en un estado de gracia. Todo se está hermanando. Es algo tan maravilloso que da un producto propio. Propio del momento, o de la acción. Y eso es como la producción de música pura. A mí eso me pasó desde niño, que toda emoción la quería traducir en sonido”.

Invito a los guatemaltecos a escuchar a este gran genio y compositor. A saborear la inmensa joya que es la música nacida de esta creación que nos puede ayudar como catalizador para escucharnos a nosotros mismos, para conocer nuestros orígenes. Para regalarnos un poquito de ternura, de imaginación, de identidad.

Hay en la obra de Orellana toda una trayectoria y despliegue de un universo sonoro fantástico y alucinante que nos representa como guatemaltecos, un mosaico de hibridaciones que el Ministerio de Cultura definitivamente tendría que apoyar y podría tomar como lo más valioso en música que tenemos; como estandarte y emblema de nuestra cultura e identidad.

La música es el lenguaje universal, lo que nos comunica con el dolor y con la alegría de los otros. Con nuestra humanidad y con la de los demás. Las composiciones del Maestro Orellana, son un regalo para Guatemala, para que aprendamos a comunicarnos y a sentir a la vez la unicididad de esta tierra y la universalidad de la verdadera creación artística.

El próximo miércoles 31 de agosto se presentarán a las 7:30 p.m. en el Teatro Nacional tres de sus obras emblemáticas Ramajes de una marimba imaginaria, Híbrido a presión y Sacratávica.

Ahí nos vemos.

Las composiciones del maestro Orellana son un juego de malabares dotado de hermosura. Una búsqueda lúdica del sueño que llevan también al oyente a soñar. Algo que en definitiva le hace falta a esta sociedad sin música, posmoderna, consumista, enajenada.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Marcela Gereda
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