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La intimidad de lo público

Javier Payeras

Desertar de la intimidad puede ser la vía más rápida para hacerse celebre. Celebridades sin talento demostrado. Celebridades que nacen para darle carne fresca a los mirones de oficio que, acomodados frente a una pizza y a un doble litro de gaseosa, se dan a la sencilla operación de aplanar el control remoto de la televisión durante todo el día. Una programación que nos mantiene rumiando la vida privada (más que pública) de los famosos. Algo que puede elevar a genialidad la convivencia de un grupo de adolescentes desempleados en un reality show -con funciones corporales expuestas e incluidas- o trivializar un terremoto, una guerra o la escena de un crimen capturada por un camarógrafo ocasional.

La telerrealidad nos cauteriza de inmediato el asombro. Los noticieros han abandonado por completo el análisis a profundidad, para darle paso a las noticias en tiempo real, haciéndose y haciéndonos, testigos protegidos de la tragedia. Cámaras y pantallas que están por todos lados. En la cola de un banco nos podemos anestesiar con escenas blooper (el vídeo del chico que se partió la cara tratando de darse un clavado, por ejemplo); o el restaurante que incluye un tele-noticiero dentro del almuerzo; o las imágenes de última hora proyectadas por gigantescas pantallas móviles a la orilla de la calzada; no digamos las páginas de Internet donde las noticias se rebasan segundo a segundo adeternum.

Tal parece que mezclar la intimidad junto a los asuntos más relevantes forma parte del tiempo que vivimos. De las escenas de un gigantesco incendio, saltamos a la playa topless donde capturaron a determinada actriz gringa. De la masacre perpetrada por un cartel mexicano, a las confesiones de algún futbolista gay. Si antes parecía una repugnante pérdida de tiempo ver un show como Cristina (copia de otros talkshows), ahora resulta que se ha convertido en un canon de originalidad en la televisión latinoamericana. La gente sigue llamando “artistas” a los famosos y devorando todo cuanto les sucede o puede llegarles a suceder. ¿Será que toda esa información indiscriminada ha servido para mejorar en algo nuestras sociedades?

Fuente: [soledadbrother.blogspot.mx]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Javier Payeras
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