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Aliarse para desoligarquizar la economía y la política. Esta es la clave.

Guatemala necesita adoptar como régimen económico un capitalismo moderno. Esto quiere decir que necesita que haya más empresarios que generen más empleos, tanto en las áreas urbanas como en el agro. Para lograrlo, es necesario que la pequeña y mediana empresa, así como la pequeña propiedad agrícola, sean la base de una economía productiva que cubra las necesidades alimentarias internas por medio del crecimiento agropecuario y de la industrialización del producto agrícola, formando con ello un mercado interno dinámico y creciente.

Esto no significa darle la espalda a la globalización porque sería suicida. Implica, sí, decidir entre relacionarnos con el capital transnacional desde una economía local vigorosa o entregar el país para que otras economías exploten sus recursos y se lleven los réditos. Esto fue lo que hizo la oligarquía durante el gobierno de Arzú, dejándole a la cooperación internacional la tarea de ocuparse de la creciente pobrería que tal decisión implicaba, tanto en el plano de las clases populares como en el de las capas medias.

Para poner en práctica un capitalismo moderno es preciso contar como fuerza estratégica con los empresarios a quienes la oligarquía les impide progresar al coartarles su iniciativa mediante prácticas monopólicas y represión violenta directa. La oligarquía es el principal obstáculo para el desarrollo de un capitalismo moderno que le permita al país relacionarse con el capital transnacional en condiciones autónomas, soberanas y dignas, y no como una finca con peones y patrones igual de incultos y salvajes. Para formar parte de este proyecto de modernización capitalista, el puñado de familias oligárquicas debe pasar a engrosar una clase empresarial en la que los grandes, medianos y pequeños empresarios converjan en un mismo proyecto económico a corto, mediano y largo plazo, diseñado por todos y por el Estado. Este es el camino viable para la oligarquía. Si insiste en seguir siendo la clase dominante que no quiso convertirse en clase dirigente, se evidenciará aún más como la única fuerza económica que les niega un futuro digno a los guatemaltecos. Y las consecuencias políticas podrían serle fatales.

Oligarcas: únanse al tren que va hacia adelante; la alternativa es desaparecer; el mundo ya no puede permitirse la existencia de países absurdos como el que ustedes han forjado a sangre y plomo. Pequeños y medianos empresarios: el futuro es de ustedes; entiendan que no son oligarcas y que defender a la oligarquía va en contra de sus intereses económicos. Wannabes de derecha: comprendan que sirviendo a la oligarquía no pasarán de ser empleados de confianza, acomodados como perros falderos; en cambio, en un proyecto de modernización capitalista sus oportunidades no tendrán límite; la “amenaza comunista” sólo existe en los delirios de sus mentores fascistas, peones de la oligarquía; ésta es su real enemigo. Izquierdistas nostálgicos: acepten que el socialismo sólo se construye sobre la base del desarrollo de las fuerzas productivas y que no puede declararse como un hecho sólo por decreto; proponer el socialismo en este momento es no sólo facilón, sino irresponsable; desarrollemos el capitalismo sobre bases democráticas, impidiendo la formación de monopolios y oligarquías, y averigüemos a dónde nos lleva, tal como lo quiso hacer Arbenz.

Chapines todos: los dos partidos que pueden ganar las elecciones ya no obedecen totalmente a los oligarcas. Es hora de forjar las alianzas estratégicas para impulsar este proyecto.

Heredia (Costa Rica), 14 de abril del 2011.

Mario Roberto Morales
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