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Danilo Santos

Ha quedado suficientemente claro que Guatemala hizo el ridículo en la Asamblea de Naciones Unidas a través de la participación del Presidente de la República. Preocupa la manera en que se parecen como dos gotas de agua los discursos de los operadores del Pacto de Corruptos en el Congreso de la República y Morales, sin embargo, la pregunta es, por qué se animan a las sandeces que han emprendido.

El discurso fue una extensa diatriba contra la CICIG, temas apegados a la política exterior de Estados Unidos y algunos matices para quedar bien con la oligarquía guatemalteca. Fue una gran puesta en escena con un auditorio vacío. Con un intérprete sobreactuado y sin la mínima idea de diplomacia y la realidad de Guatemala en el correlato de fuerzas del concierto de las naciones. Para variar, con citas de líderes religiosos de filósofos y por supuesto, hipócritas bendiciones.

Además, Morales se atrevió a espetar a Naciones Unidas para “restaurar” la Democracia en Venezuela cuando no puede ni siquiera gobernar decentemente la finca que le dieron a cuidar.

Tanto la Comisión creada en el Congreso para investigar a la CICIG como el contenido del discurso de Morales rebasan líneas jurídicamente establecidas por el Estado de Guatemala para su funcionamiento interno y el relacionamiento con instancias de las Naciones Unidas. El silencio de la fiscal Porras ante una abierta ilegalidad fraguada para limpiar la FECI, solo para citar una de las barbaridades que pretende la dichosa Comisión, es un indicador del envalentonamiento de quienes ahora se presentan como héroes de las supuestas víctimas de la CICIG.

En paralelo se desarrolla el desbaratamiento de la carrera judicial, la iniciativa para la destitución del Procurador de los Derechos Humanos, aprobación de leyes especiales para ganaderos y una agenda legislativa completamente conservadora y regresiva. Así las cosas, el último “gag” del Presidente de la República, está en completa consonancia con seguir siendo un país finca donde los que mandan son los patrones a través de sus toscos políticos.

Ha sido restablecida oficialmente la dictadura de corrupción, la impunidad y el ultraconservadurismo. Esto se deja sentir en amenazas solapadas como esta: “el Presidente de la República concluirá su mandato dentro de cuatro meses. Su gobierno, calificado injusta y maliciosamente como el “peor de la historia”, concluye sin sangre alguna de sus opositores. Mérito más que suficiente, aunque no tuviese ningún otro”. Sí es el peor Presidente de la historia, y sí concluye con sangre de sus opositores. Según Naciones Unidas, casi 40 defensores de derechos humanos han sido asesinados en Guatemala y otros 800 fueron víctimas de ataques violentos en el período de 2017 y 2018.

Quedan tres meses para que termine este período y lo que puede pasar puede modificar nuevamente nuestra capacidad de asombro. Habrá que pasar de ese asombro a la acción, porque la arremetida que se avizora es de cuidado. Tocará rehacer la forma de relacionarse y hacer política desde la oposición porque de momento corremos el riesgo de que la población en general termine por creerse que en Guatemala no hay corrupción ni impunidad y que las Naciones Unidas nos polarizó.

Sí es el peor Presidente de la historia, y sí concluye con sangre de sus opositores. Según Naciones Unidas, casi 40 defensores de derechos humanos han sido asesinados en Guatemala y otros 800 fueron víctimas de ataques violentos en el período de 2017 y 2018.

Fuente: [https://lahora.gt/la-dictadura-de-la-corrupcion-la-impunidad-y-el-ultraconservadurismo/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar