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La destrucción de Quetzaltenango (II)

Se han convertido calles, esquinas o casas en basureros, sanitarios…

Irmalicia Velásquez Nimatuj

¿Cómo entender la magnitud de la destrucción de la ciudad de Quetzaltenango provocado por las decisiones –algunas corruptas e ilegales– o por la inacción de las autoridades municipales y por otras instituciones del Estado responsables de administrar la metrópoli para fomentar la buena vecindad y construir un ambiente sano donde prevalezca el bien común para todos los vecinos? Hoy, no es posible entenderlo porque no tenemos un recuento sistematizado y multidisciplinario del deterioro material, formal, inmaterial y cultural porque no se ha realizado un diagnóstico agudo que implique la participación activa de actores de los diferentes pueblos que viven en la ciudad.

Lo que sí se puede constatar, a partir de la observación participativa, es que significativos espacios de la ciudad han sido transformados, no para otorgar calidad de vida para las y los vecinos sino han sido alterados para convertir espacios particulares y colectivos en campos de batallas por intereses que promueven el enriquecimiento a costa de la salud y del bien común. Esto se aprecia desde el mercado de La Terminal pasando por el Parque Centro América, llegando hasta la avenida La Independencia en donde los funcionarios municipales y nacionales no ejercen sus funciones, por eso, se han convertido calles, esquinas o casas en basureros, sanitarios y enfrentado la peor de las tragedias: barrios inundados y contaminados, cada vez que llueve.

También se observa que las instituciones responsables de promover la convivencia no actúan ante la apertura ilegal de cantinas, bares o prostíbulos en propiedades del centro histórico, a la par de escuelas, hospitales o por permitir que negocios ocupen banquetas o calles con mercaderías o anuncios impidiendo y poniendo en peligro la movilidad humana, especialmente la de personas ancianas o discapacitadas. Sin embargo, de manera contradictoria el equipo del centro histórico junto al MP, sí actúan para perseguir o penalizar a vecinos o empresas familiares que intentan remozar sus propiedades, muchas veces haciendo sacrificios. Ante esto, el equipo del centro histórico es asumido por un sector de vecinos como un ente que se caracteriza por retrasar, complicar o burocratizar los procesos. No cabe duda, las contradicciones estatales también son parte de la vida colectiva de Quetzaltenango.

¿Cómo entender la magnitud de la destrucción de la ciudad de Quetzaltenango provocado por las decisiones –algunas corruptas e ilegales– o por la inacción de las autoridades municipales y por otras instituciones del Estado responsables de administrar la metrópoli para fomentar la buena vecindad y construir un ambiente sano donde prevalezca el bien común para todos los vecinos?

Fuente: [http://elperiodico.com.gt/2016/06/18/opinion/la-destruccion-de-quetzaltenango-ii/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj