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La desmemoria y el futuro político

Por su lado, los partidos políticos comienzan a ofrecer pagos y no promueven conciencia.

María Aguilar

A medida que el 2018 se acerque a su fin, es fundamental reflexionar sobre el futuro político del país, no solamente en términos de las próximas elecciones generales sino sobre los desafíos fuera de la política partidista que deben de ser enfrentados para que el país se encamine a ser una democracia participativa y deje de ser el burdo circo que es ahora.

Guatemala ya ha tenido suficientes gobernantes criminales durante su historia como para seguir permitiendo que el patrón continúe. La renuncia y posterior arresto de Otto Pérez Molina debió ser un precedente para que todo aquel funcionario envuelto en actos delictivos entendiera que el país no es su empresa personal y que la presidencia no es un manto de impunidad. Sin embargo, no fue así. El actual gobierno, a pesar de los múltiples escándalos y actos criminales en los cuales sus miembros se han visto involucrados sigue firme en el poder. Esto es preocupante no porque existan ansias de tomar el poder a la fuerza como lloriquea irracionalmente la extrema derecha con algunos empresarios, sino porque con esto se deja de nuevo las puertas abiertas para que criminales ocupen puestos de gobierno y dirijan el país a su antojo y para su beneficio.

Lastimosamente, Guatemala es el país de la desmemoria, por eso, los ciclos parecen mantenerse. El clamor durante las elecciones pasadas de ir a las urnas sin lograr reformas profundas a la Ley Electoral, que hasta el presente siguen sin lograrse, permitió que las mismas huestes criminales se perpetuaran en el Estado y se reprodujeran. Con el agravante de que esta vez son más peligrosas y han logrado montar una defensa a base de injurias y campañas negras para protegerse de acusaciones, al mismo tiempo que, han intentado por todos los medios legales e ilegales desgastar el trabajo de la CICIG y del comisionado Iván Velásquez.

Por su lado, los partidos políticos comienzan a ofrecer pagos y no promueven conciencia. Las excepciones a estos modelos de operación política parecieran ser solo, Semilla y CODECA. Siendo estos los colectivos que más ataques y criminalización han recibido de la derecha, especialmente CODECA, que ha pagado con sangre que el indio y campesino decida organizarse social y políticamente en contra de las inequidades estructurales de Guatemala.

Sin embargo, hay que ser cuidadosos porque tampoco se trata de vender la idea de que quienes no se involucren en un partido son culpables del estado del país. Este argumento es esencialista, ingenuo e ignora las condiciones históricas que han mantenido a la mayoría del país en miseria, sin oportunidades de romper los ciclos de pobreza. Uno o dos diputados, o un par de ministros no son suficientes para realizar cambios estructurales que Guatemala necesita, este gobierno fue la mejor prueba de ello.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/07/09/la-desmemoria-y-el-futuro-politico/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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