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Emergerá otra Centroamérica que EE. UU. no podrá controlar y que se convertirá en su azote.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

El Gobierno de Guatemala, al frente de Jimmy Morales como el rostro público, pero manejado por militares responsables de crímenes de lesa humanidad y de la mayoría de la elite económica, incluyendo representantes del crimen organizado, están liderando la desestabilización de Guatemala y con ella la del resto de la región centroamericana.

Estados Unidos pagará caro el solapar a este colectivo pequeño pero poderoso de familias, empresas, redes criminales, cuerpos ilegales y sociedades que están desmantelando lo poco que del Estado de Derecho existe en Guatemala. Con algunos cambios, volverá a repetirse lo ocurrido en la década de 1980 cuando Ronald Reagan gestionó ante el Congreso millonarios apoyos para acabar con el comunismo en esta región y los impuestos de los estadounidenses terminaron en manos de gobernantes, elites y militares que cometieron los más horrendos crímenes de los que ahora buscan librarse aprobando una ley. Manteniendo así, la impunidad de la que somos campeones y obligando a los poquísimos jueces que hoy son independientes, a que se sumen a la corrupción so pena de que terminen eliminados física o profesionalmente.

En Centroamérica se están multiplicando los nichos de inestabilidad social y política en diferentes áreas, sectores y comunidades, en donde la violencia no podrá controlarse, menos erradicarse. El costo de mantener el modelo será perder en un nuevo mar de sangre a valiosos ciudadanos de todas las edades y orígenes, mientras otros emigrarán. Además, regiones territoriales serán despejadas, pública o veladamente, para el trasiego de drogas que van al norte. La juventud –mujeres y hombres– ante la falta de empleos terminarán integrándose a los diferentes carteles como sicarios y en otros niveles en donde la empresa del crimen los necesite.

Los estados y sus instituciones terminarán siendo destruidas, copadas y corrompidas por los sectores que, en el caso de Guatemala, la CICIG investigó y llevó solo a la punta del iceberg a los tribunales, al extremo que la salud, educación, carreteras, agua, electricidad y cualquier otro servicio terminará privatizado. Ahogando a las mayorías, que no podrán soportar la carga. Mientras los partidos políticos seguirán siendo propiedad de las elites.

Emergerá otra Centroamérica que EE. UU. no podrá controlar y que se convertirá en su azote.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2019/01/19/la-desestabilizacion-de-centroamerica/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj