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Jaime Barrios Carrillo

“El presente libro rescata de la prensa de la época estas crónicas escritas por Gómez Carrillo en Italia y de las que el profesor Paulino Toledo nos ha impuesto a través de esta investigación para rescatar este pequeño pasaje de la vasta obra del insigne literato guatemalteco”. Necati Kutlu, Universidad de Ankara, Turquía.

La crónica ha vuelto. Es casi ya una moda en el nuevo periodismo hispanoamericano y en la misma España. Nombres como los argentinos Martín Caparrós, Federico Bianchini y Leila Guerreiro, los mexicanos Emiliano Ruiz Parra y Daniela Rea, los colombianos Andrés Felipe Solano y Alberto Salcedo Ramos, el peruano Julio Villanueva Chang o los españoles Jorge Carrión y Agus Morales ocupan con sus crónicas los periódicos iberoamericanos. Ha vuelto el espíritu de hacer un periodismo más comprometido con las experiencias, visiones y valores del que escribe. El subjetivismo objetivo. Partir de las sensaciones. Con elegancia literaria y enjundia combinadas.

Caparrós en su librito Ahorita recalca que siempre es difícil contar el presente. En una conversación con Agus Morales reconoce que hay algo detrás de los ruidosos éxitos del nuevo periodismo, y ese algo es el viejo periodismo, o sea la crónica de nuevo y en palabras de Caparrós y Agus: “La crónica toma partido”.

¿Cómo no recordar entonces el nombre de Enrique Gómez Carrillo? El verdadero padre de la crónica en español, el escritor que ponderó las sensaciones para escribir algo de valía. Pero ¿qué entendemos como crónica? Un género o subgénero característico del movimiento modernista de naturaleza híbrida y de sentido amplio y sincrético, confluencia del ensayo, la semblanza y los viajes. La crónica se presta para la experimentación y la indagación subjetiva sobre cualquier tema. De alguna manera la crónica tiene estructuras afines al reportaje. Por su relativa brevedad, al formar parte de publicaciones periódicas, no llega a convertirse en ensayo.

Las crónicas modernistas fueron leídas profusamente durante las primeras décadas del siglo pasado por un público letrado de clase media en las grandes capitales hispanohablantes: de Madrid a Buenos Aires pasando por México, La Habana, Santiago de Chile, Bogotá, Lima y Montevideo. La consolidación de Gómez Carrillo y otros modernistas como escritores profesionales se concretó en buena medida con las regalías pagadas por los grandes diarios españoles El Liberal y ABC y en Latinoamérica La Nación y La Razón en Buenos Aires. No contemplaba la crónica modernista hechos estrictamente épicos sino refiere a historias más inmediatas, de observación y sobre todo vivencia directa, de ahí que tengan una temática variadísima en registro de situaciones, hechos y personajes. Puede ir de la moda en París a una vivencia en un país en el lejano Oriente.

Gómez Carrillo alcanzó el grado de director de El Liberal entre 1916-1917, probablemente el diario español más importante de la época por su tirada, la cobertura nacional e internacional y la calidad de sus textos. El escritor, traductor y crítico español Rafael Cancinos Assens (1882-1964) recuerda una visita a El Liberal donde es recibido por un dinámico Gómez Carrillo trabajando en mangas de camisa junto a su equipo de redacción, en especial sus redactores estrellas, el célebre Leopoldo Bejarano y Larios de Medrano. Cancinos Assens resalta la presentación de ideas renovadoras que le expone Gómez Carrillo, quien le anuncia sus planes de fundar una gran revista.

¿Cuáles son los aportes de Gómez Carrillo durante la dirección de El Liberal? En primer lugar un ordenamiento diferente del periódico con la acentuada intención de abarcar de una manera amena cuatro dimensiones: 1) información y noticias; 2) debate y opinión; 3) entretenimiento, con textos novedosos y de creación literaria; 4) consolidación en lengua española del periodismo cultural.

Respecto de la interviú o entrevista, Enrique Gómez Carrillo fue pionero de la misma y la consolidó como subgénero específico. Ya desde sus tempranos años en París había adquirido la habilidad de entrevistador de personalidades como Unamuno (estaba en el exilio), Catulo Mendés, Verlaine, Strindberg, Oscar Wilde, Zolá, Augusto de Armas, Max Nordau, Alphonse Daudet, Jean Lorrain y Francisque Sarcey, para mencionar nombres destacados entre decenas de entrevistas. Desarrolló Carrillo un concepto propio que expresó en el breve ensayo El culto de la interview, donde resalta la importancia de no intervenir en la voz del entrevistado y de alcanzar la comunicación ideal por medio de la empatía.

El periodismo en castellano debe mucho a los modernistas latinoamericanos, con los dos perfiles puntuales: Darío y Gómez Carrillo junto a nombres como José Martí, Gutiérrez Nájera, Máximo Soto Hall, Amado Nervo, Ricardo Jaimes Freyre, Manuel Díaz Rodríguez, Juan José Tablada, León Pacheco, Roberto Brenes Mesén, Salomón de la Selva, Arturo Ambroggi, Rafael Cardona, Rafael Estrada, Toño Salazar y el singular puertorriqueño/español Luis Bonafoux Quintero.

El periodismo en lengua española se hizo más literario con Gómez Carrillo y la literatura se afincó en la experiencia vivida: escribir sobre lo que se veía y sobre lo que se vivía (escribir in situ), a diferencia de lo que únicamente la imaginación creativa pudiera aportar desde un cómodo escritorio o solo hurgando en un polvoriento archivo.

Coincidiendo con el renovado advenimiento de la crónica, el académico Paulino Toledo Mansilla, profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Ankara, ha concretado la publicación de Las crónicas de Italia de Enrique Gómez Carrillo. El famoso cronista había sido enviado como corresponsal de guerra. Pero las autoridades italianas no le permiten llegar al frente, ni a él ni a ningún corresponsal extranjero. Gómez Carrillo impaciente comienza a escribir sobre Roma y otras ciudades como Verona.

Toledo ha realizado una extraordinaria compilación de textos que fueron publicados entre mayo y junio de 1915 en El Liberal. Algunos fueron incluidos después en diversos libros de Gómez Carrillo, ampliados o reescritos. Estas crónicas reunidas ahora en un mismo volumen constituyen verdaderas piezas literarias con valor también histórico por los temas tratados que van desde el encuentro con la celebérrima bailarina Isadora Duncan, “la de los pies descalzos”, hasta el espionaje alemán en plena Primera Guerra Mundial, pasando antes por una visita al Papa y una descripción vivencial de Milán donde el cronista con unas pocas frases metafóricas describe las muchedumbres callejeras y el ritmo de la ciudad: “Todos los tranvías nos preceden y nos siguen, repicando, vibrando, corriendo. Toda la gente va donde yo voy”.

El libro lleva un rico y explicativo prólogo del escritor y poeta Luis Eduardo Rivera que enfatiza el rescate de Gómez Carrillo, por la validez estética de sus textos. Presenta Rivera un perfil del cronista y un panorama histórico valorativo. Afirma Rivera: “El nombre de Gómez Carrillo era un referente mayor para los lectores en castellano de ambos lados del océano”. Rivera resalta asimismo los criterios positivos sobre Gómez Carrillo del reconocido crítico peruano Luis Alberto Sánchez y del poeta griego Jean Moréas.

La publicación de Las crónicas de Italia de Enrique Gómez Carrillo viene a confirmar la calidad, sutileza y ricos contenidos de los textos del Príncipe de los Cronistas. Al mismo tiempo que revalida la revaloración contemporánea de la crónica como género periodístico.

Justo recordar que hace unos años (2015) el profesor Paulino Toledo Mansilla dio a la imprenta el libro La nueva Turquía y el mundo otomano en las crónicas del guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, con un estudio preliminar de su parte y prólogo de Necati Kutlu. Obra que compila también las crónicas de Gómez Carrillo sobre Turquía, escritas entre 1911 y 1912.

Fuente: [elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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