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La batalla continental

El neoliberalismo contra la clase media y el pueblo.

Mario Roberto Morales

El boicot económico que la derecha venezolana ha desplegado para inculpar de ineficiencia al gobierno de Maduro y crear así las condiciones de un golpe de Estado como el del Chile de Allende, están fracasando miserablemente ante la previsión del Gobierno bolivariano y el abanico de medidas que el mismo está poniendo en práctica para ganar esta guerra económica provocada artificialmente por la ultraderecha empresarial.

En la lucha continental del neoliberalismo contra la clase media y los sectores populares, las únicas victorias pírricas que los neoliberales han alcanzado son el reciente fraude electoral en Honduras contra Xiomara Castro y los dos últimos perpetrados en México contra López Obrador. Por su parte, los procesos democratizadores del capitalismo siguen avanzando, cada uno a su manera, en el sur del continente, sentando así las bases para el esperado protagonismo geopolítico latinoamericano en el nuevo mundo multipolar.

En Guatemala, es hora ya de que las pequeñas burguesías, es decir, los pequeños y medianos empresarios, así como las capas medias asalariadas, se den cuenta de que la ideología oligárquica que interiorizaron en la guerra fría no corresponde a sus intereses de clase. Es necesario que comprendan que el único obstáculo para la prosperidad sin trabas de la pequeña y mediana empresa son las oligarquías semifeudales y no “el comunismo” ni “la izquierda”, los cuales –en nuestro caso– ni siquiera existen como fuerzas políticas que puedan tomarse en cuenta en el juego electoral y, al contrario, constituyen conjuntos aislados de individuos que consuelan su mala conciencia desplegando –mediante la caridad y la beneficencia cristianas (como fallidas sustitutas de la justicia social o igualdad de oportunidades)– un frenético activismo oenegero que nunca ha solucionado ni solucionará nada jamás.

Para que la pequeña burguesía pueda desarrollarse en un clima de capitalismo democrático, haciendo crecer a las capas medias asalariadas, debe deshacerse de su ideología oligárquica, pues ésta le pertenece a su principal enemigo: la élite monopolista, que es la que –mediante su control mercantilista del Estado– impide que la pequeña y mediana empresa florezca y haga surgir más empresarios prósperos y más asalariados capaces de devengar salarios que les permitan insertarse en esos procesos de producción y consumo que tanto anhelan, influidos como están por la publicidad y el mercadeo masivos.

Honduras y México deberán continuar luchando por ganar sus elecciones e instaurar gobiernos democráticos y Estados desde los cuales impulsar la pequeña y mediana empresa y así controlar los desmanes de los monopolios, las olas privatizadoras y el entreguismo sin más al capital corporativo transnacional, ya sea en forma de mineras o de cualquiera otra modalidad. En Guatemala es necesario controlar el Estado para, desde allí, establecer una base económica nacional y nacionalista que nos permita relacionarnos con los capitales transnacionales desde una postura que nos capacite para negociar los términos de explotación de nuestros recursos naturales y nuestra mano de obra. Por ahora, eso es lo que es posible hacer. Lo que es posible soñar tiene cabida en la utopía, pero no en la práctica política concreta e inmediata.

La batalla de Venezuela sigue adelante. Igual, la de Honduras y México. Necesitamos empezar a librar ya la nuestra.

Mario Roberto Morales
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