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La aventura de leer

Los organizadores de la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua) 2017 están decididos a promover entre los jóvenes el interés y el placer por la lectura. A hacer de ella, más que un hábito, una necesidad. Para ello han organizado la séptima edición del concurso interescolar de lectura La Aventura de Leer.

Virgilio Álvarez Aragón

La aventura es para todas las edades. Se incluyen grupos de primeros lectores, entre los 7 y los 9 años de edad, y de lectores ya mayorcitos, chicos entre 10 y 12 años, los que están entre cuarto y sexto primaria. Además, para los que supuestamente tendrían que estar en el ciclo básico, con edades entre 13 y 15 años, hay otro grupo. Y hay uno más para los ya mayorcitos, con edades entre los 16 y los 18 años. No importa en qué nivel de escolaridad estén. Lo que importa es que lean.

El evento lo han propuesto de manera divertida. Son los mismos chicos y las mismas chicas quienes, luego de leer las tres obras propuestas para su grupo de edad, escogerán una de ellas para elaborar un breve trabajo descriptivo, que deberán entregar en las oficinas de la gremial a más tardar el 13 de junio de este año. Deberán adquirir los libros, claro está. Y es de esperar que las editoriales pongan a bajo costo los títulos que los chicos vayan a leer.

Los alumnos no pueden participar solos, por su cuenta. La cuestión es promover la lectura dentro de los establecimientos, por lo que es necesario que estos se inscriban en el concurso para que sus alumnos puedan participar. Mejor si son la mayoría, aunque, como todo lo que tiene que ver con lectura, la actividad no debe convertirse en obligación ni mucho menos en una batalla campal, como acostumbran hacer los organizadores de eventos deportivos.

En este caso, lo importante es que las niñas y los niños del país se entusiasmen por la lectura; que pasen por sus manos libros de poesía, libros de cuentos, novelas cortas y otros; que vayan más allá de la novelas de don José Milla, que, aunque interesantes y agradables, no son lo único que se ha escrito en Guatemala. Los niños bien podrían leer Torotumbo o Week-end en Guatemala, colección de hermosos cuentos del gran Miguel Ángel Asturias. Pero también está Los zopilotes, de Luis de Lión, o las preciosas novelas cortas de don César Brañas.

Es el momento de hacer soñar a los niños, de hacerlos viajar entre las letras y las palabras construyendo metáforas. La lectura crea capacidad para imaginar, pero también para avanzar en la abstracción y en el pensamiento complejo. Y nuestro país es rico en producción literaria, con autores para todos los gustos e intereses. Es la oportunidad de promover el interés por la prosa y por el verso, por la poesía en frases largas y cortas. Es el momento de promover gastos útiles, de dejar de comprar comida chatarra para acceder a un libro.

Podrá decirse que, para muchos de nuestros niños, los libros, por baratos que sean, no están al alcance de los bolsillos de sus padres, cuestión que bien puede ser solucionada si empresas pequeñas o grandes apadrinan una, dos, tres escuelas y adquieren los libros para los estudiantes interesados en participar. Interesante sería que, así como todos se lanzan a comprar hamburguesas cuando una cadena que las fabrica dice que apoyará centros infantiles, esa misma cadena apadrinara escuelas, libros o bibliotecas escolares.

Leer promueve la reflexión, permite comprender el mundo y las cosas de distinta manera. No por nada Martín Lutero, hace ya 500 años, exigió que fueran las mismas personas quienes leyeran los supuestos libros sagrados. Cada quien puede interpretar un texto de distinta manera. Y son esas múltiples interpretaciones las que permiten que lo dicho y narrado nos influya de diversas maneras y nos libere de la esclavitud del que se cree dueño de la verdad y nos niega el acceso a la información.

No hay que temerle a la lectura, al uso libre y abierto de los textos, pues el único libro malo es aquel que no se ha leído. Promover la lectura nos hará superar la época del chisme, del dicen que dijeron. Si nos convertimos en una sociedad de lectores, seguro dejaremos de depender de supuestos dueños de la verdad.

La Filgua es ya casi una tradición entre nosotros, al menos entre los capitalinos. Ojalá que la aventura de leer también lo sea no solo para unos pocos, sino para todos los niños del país. Con niños lectores, seguro tendremos en el futuro una sociedad menos violenta.

Fuente: [https://www.plazapublica.com.gt/content/la-aventura-de-leer]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Virgilio Álvarez Aragón