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Danilo Santos

Ha causado revuelo la aprobación en tercera lectura de la iniciativa 5257 o Ley de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo, las prisas y el exceso de marrullería la detendrá en el máximo órgano constitucional, sin embargo, lo que vale la pena evidenciar es el fondo de una agenda que no se ha detenido desde que se acordó que la CICIG debía marcharse del país.

Quien lidera la defensa del poder omnímodo desde el Congreso de la República incluso se atreve a decir con desfachatez que “…se debe fiscalizar a las organizaciones con agenda socialista”. Pobrecito, lo único que tiene es poder. Confunde su miedo a sujetarse al bien común y perder poder y privilegios, con postulados que ni siquiera entiende.

Tanto la CICIG como las oenegés surgieron porque históricamente el Estado no ha alcanzado a hacerse cargo de lo que debe porque privilegia intereses espurios y de élites o porque quienes lo han conducido son corruptos o son ineptos. De hecho, el mismo Congreso ha destinado millones de quetzales a Organizaciones No Gubernamentales para apoyar el quehacer estatal (y otras para beneficiarse en sus proyectos políticos). Así que no hay que confundir que el fondo de la cuestión es perseguir a quienes alzan la voz ante los desmanes del gobierno y, además, hacen algo para “asistir” a la población en diferentes áreas (salud, educación, derechos humanos, derechos de las mujeres, derechos de la población indígena, proyectos productivos y un largo etcétera). Ya hay mecanismos de control, ya hay ente investigador, se llama Ministerio Público. Si algo les huele a podrido, que denuncien y se siga el debido proceso.

A qué se referirá el estulto personaje cuando menciona la agenda socialista; a la agenda estatista, a la nacionalista, a la marxista, a la cooperativista, a la cooperativista gremial clásica o a la corporativista de Estado (entre otras). Lo único que demuestra es que a él y sus representados (que no son los votantes) no les interesa legislar para que el Estado tenga lo suficiente para atender las necesidades de la población y se erradique la corrupción y la impunidad, en cambio, está “encendido en patrio ardimiento” por seguir imponiendo un Estado desfasado e incivilizado. Pretender una agenda social no significa tener una agenda socialista.

Además, una agenda de este tipo no nacerá de las Organizaciones no Gubernamentales, y si surge o cuando surja, quienes la blandan tienen derecho a hacerlo y a no ser perseguidos por ello.

Reclamar derechos sobre la tierra, pedir que la República esté integrada por todos los pueblos, exigir derechos humanos, de minorías, levantar la voz contra las inequidades no es una afrenta contra el orden público, sino una clara demostración que el orden establecido no es el mejor.

Hay que dejar ya de asustar y engañar a la población con falacias sobre las ideologías mientras vestidos de salvadores de la patria hacen que el país se hunda cada vez más mientras las asimetrías siguen creciendo desmesuradamente. Ha llegado la hora de que paguen sus almuerzos y todo lo que se han comido a lo largo de la historia.

Fuente: [lahora.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar