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Carlos Figueroa Ibarra

En los últimos meses el presidente Andrés Manuel López Obrador ha aprovechado eventos  conmemorativos y protocolarios para expresar lo que ya se perfila como una definida política internacional. No es menor esta circunstancia, porque habíamos percibido en Andrés Manuel un hombre más reflexivo y vocal sobre el acontecer nacional que sobre el internacional. Su conocido aforismo “la mejor política exterior es una buena política interior” y su actitud reacia a viajar al extranjero, ya no pueden ser confundidas con una falta de asertividad de lo que sería una nueva presencia mexicana en el concierto mundial.

El 24 de julio en la inauguración de la Cumbre de la CEALC  coincidente con el 238 aniversario del nacimiento de Simón Bolívar, López Obrador reivindicó el espíritu latinoamericanista de Simón Bolívar y también la posibilidad de sustituir a la OEA por un organismo autónomo  que no lacayo. Expresó su deslinde  del panamericanismo, que como el aforismo de Monroe de “América para los americanos”, ha escondido una voluntad imperialista de parte de Washington. Recordó que desde que los países de la región se independizaron de España, los Estados Unidos de América no cesaron de fraguar operaciones abiertas o encubiertas  contra dichos países.

El 15 de septiembre al conmemorar el 200 aniversario de la consumación de la independencia de México, el hecho simbólico no solamente fue la gesta tenaz de El Libertador, sino la presencia a su lado en la ceremonia conmemorativa del presidente cubano Miguel Díaz Canel. López Obrador reivindicó a Cuba por su resistencia antiimperialista y la llamó “la nueva Numancia”, en alusión a la ciudad celtíbera que prefirió morir antes que rendirse ante el asedio imperial romano. La evocación de los héroes y heroínas de la independencia de México fue un recordar el pasado para afirmar la voluntad soberana del presente.

Con prudencia y justeza, no es la voluntad del gobierno de la 4T de “no convertirse en un protectorado” expresión de  estridentismo antiimperialista. El planteamiento  del 24 de julio  se complementa con el de mantener una relación de cooperación y amistad con los Estados Unidos de América. Así como ha planteado  una integración latinoamericana que sea, mutatis mutandis, similar a la Unión Europea, también expresó el 18 de noviembre a nuestro vecino del norte y a Canadá, la idea de formar un bloque económico norteamericano que compense un eventual desequilibrio que podría provocar China  con su espectacular crecimiento económico: hoy China domina el 14.4% del mercado mundial mientras los tres países norteamericanos controlan el 13%. En 2051, China controlaría el 42% y los tres países estarían en el 12%.

La 4T está abogando por un equilibrio mundial que evite guerras y propicie un mundo más justo. El “Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar Mundial”   del 9 de noviembre ante el Consejo de Seguridad de la ONU contempla un billón de dólares anuales para los 750 millones más pobres del planeta. Si la 4T aspira a superar el neoliberalismo en lo interno, en lo externo busca superar la obsecuencia neoliberal frente al hegemón mundial.

El 24 de julio en la inauguración de la Cumbre de la CEALC  coincidente con el 238 aniversario del nacimiento de Simón Bolívar, López Obrador reivindicó el espíritu latinoamericanista de Simón Bolívar y también la posibilidad de sustituir a la OEA por un organismo autónomo  que no lacayo.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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