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Juguetes rotos

Danilo Santos

Viajamos dentro de un juguete roto que gira por el infinito y, mientras creemos que avanzamos hacia algún lugar, las estrellas nos esperan para sorprendernos: lo sublime es algo más que sobrevivir. El cosmos es un interminable convite de chajaleles, nosotros tendremos luz y vida mientras no paremos de caracolearle a la felicidad.

Estas fechas, ñoñas, santas y libertinas; todo al mismo tiempo, nos ponen frente a espejos públicos en los que nos vemos y nos ven, hacer lo “correcto” es una costumbre de los adiestrados por el consumismo, apoyada por la sensiblería barata; que se resuelve materialmente y resulta ser, al fin y al cabo, artificial.

Así como rompemos el planeta, rompemos países y sociedades, pero el Sistema nos hace creer que nuestros juguetes rotos nos hacen felices; tanto que hasta los compramos ya deteriorados, por baratos. Nosotros mismos somos un juguete roto, nos compran y nos vendemos barato.

Enero puede ser uno de los meses más ingratos del año, aún con resaca hay que subir la cuesta y sacar dinero debajo de las piedras para inscripciones, útiles escolares, uniformes y, por supuesto, sobrevivir hasta fin de mes. Eso, si usted tiene la suerte de ser parte de los 2 millones 096 mil 877 de guatemaltecos que cuentan con trabajo formal.

Por otro lado, por si fuera poca cosa la escasez de empleos estables que permitan subsistir, nos toca vivir una realidad que nada tiene que ver con idílicos paisajes; solo superamos a Afganistán como país de mayor riesgo de delitos violentos. Así que además de salir a la calle a buscar trabajo, debemos tener cuidado que no nos extorsionen pidiéndonos lo que no tenemos, o simplemente nos maten en un asalto.

Si a lo anterior le sumamos (y no me cansaré de señalarlo) el racismo, la corrupción, la exclusión, el putrefacto estado de la política y las instituciones, el poder de los capos de cuello blanco y el de los más vulgares jefes del crimen organizado; justo es decir que estamos rotos.

Auxiliamos al que no lo necesita porque se lo debemos y abandonamos a aquel que se lanza todos los días a la calle a morderle hasta el alma a cualquiera para llevar un par de tortillas de vuelta a casa. Condenamos al que no se postra ante la fuerza y la voluntad de la asquerosa costumbre de apañar al poderoso, llevando a las fronteras de lo bueno y verdadero aquello que en realidad ha sido abusivo y rapaz. Y lo más doloroso, triste, y por sobre todo preocupante, es que esa es la realidad del Sistema: las personas incapaces de ser empáticas con la lacerante realidad, o por lo menos honradas, solo son un indicador de ello.

El juguete roto en el que viajamos, que somos, que consumimos, debe ser repensado desde el bien común, la honradez y la justicia. De momento, ni la celebración de un cumpleaños santo o los propósitos de fin de año, dejan de ser cínicos frente a la realidad de una Guatemala que no termina de avanzar firmemente, no nos sirve la chapuza, es necesario reinventar nuestra felicidad y los juguetes con los que intentamos conseguirla.

Condenamos al que no se postra ante la fuerza y la voluntad de la asquerosa costumbre de apañar al poderoso, llevando a las fronteras de lo bueno y verdadero aquello que en realidad ha sido abusivo y rapaz.

Fuente: [http://lahora.gt/juguetes-rotos/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar