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Jimmy Morales, enemigo de Guatemala

Ricardo Barrientos

Ha quedado plenamente demostrado que Guatemala y la lucha contra la corrupción y la impunidad poco le importan a Jimmy Morales.

Enfrentamos el gravísimo riesgo de que no nos quede nada de la esperanza que parecía surgir en 2015. Jimmy Morales está demostrando que es igual o quizá peor que Pérez Molina, Baldetti y toda su gavilla. Y pareciera estar saliéndose con la suya ante una ciudadanía apática y cansada de luchar por lo correcto.

Esto, porque, sin ningún pudor ni escrúpulo, Jimmy Morales se hizo rodear de uniformados de camuflaje para anunciar que ha solicitado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la no renovación del mandato de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). Solo la forma fue una herida premeditada a quienes recordamos las imágenes de aquel 23 de marzo de 1982 cuando Efraín Ríos Montt, Horacio Maldonado Schaad y Luis Gordillo perpetraron el golpe de Estado en contra de Romeo Lucas, solo que ahora Morales se demostró como el presidentito títere y marioneta de militares que es.

Ofendió la inteligencia con la verborrea constitucional que cual diarrea oral depuso el viernes pasado. Ante tanta estupidez al podio presidencial, hasta Serrano Elías lucía más inteligente, puesto que el aprendiz de dictador no necesitó de esa verborrea al dejar bien claro su desprecio por la Constitución aquel 25 de mayo de 1993 cuando se atrevió a suspender algunas garantías, disolver el Congreso, manipular el Tribunal Supremo Electoral y censurar la prensa. Dicen que en realidad Jimmy Morales pretendía algo similar: disolver la Corte de Constitucionalidad y reprimir a opositores capturándolos por sedición. Así parece que va Jimmy Morales: entre la estupidez y la cobardía.

En su perorata del viernes alegó «sesgo ideológico evidente [que va] sembrando el terror judicial en Guatemala». ¡Vaya forma de calificar la aplicación de la justicia quizá por primera vez en nuestra historia! Y luego, si el asunto es intentar otra vez sacar a la Cicig, ¿qué necesidad había de decir: «Nuestro Gobierno y Guatemala creen en la vida, […] en la familia basada en el matrimonio de hombre y mujer», azuzando así el ultraconservadurismo religioso, tan apegado a la homofobia prevaleciente? ¿O de alegar: «Nuestro Gobierno y Guatemala quieren elecciones libres, no intervenidas», ya que por primera vez se le están aplicando controles al financiamiento de las campañas electorales, el «pecado original» de nuestra democracia, según Iván Velásquez?

Pero lo más trágico de todo esto no son Jimmy Morales y sus fechorías. Somos quienes integramos la ciudadanía guatemalteca, pues estamos quedándonos callados y quietos, dejándolo hacer. Y aún peores son esos grupos de religiosos que están tragándose la finta esa de la «defensa de la vida», en vez de asumir posiciones que demuestren entender qué es lo que realmente está pasando y no dejarse manipular con el conflicto artificial sobre el aborto y la diversidad sexual. O los grupos de empresarios que ya manifestaron su apoyo al Gobierno precisamente porque quieren continuar con el lucrativo juego del financiamiento electoral a cambio de privilegios y defensa del statu quo.

El momento es crítico y urge la activación de una versión ampliada de la plaza. La sobrevivencia de la esperanza por una Guatemala más justa y mejor requiere de la acción valiente no solo de la juventud estudiantil valiente y de las organizaciones de la sociedad civil, sino también de verdaderos líderes religiosos que no se dejen manipular por la provocación y de empresarios dispuestos a rechazar la dinámica del financiamiento electoral corruptor.

Urge darse cuenta de que Jimmy Morales y quienes lo apoyan están actuando como los verdaderos enemigos de Guatemala.

Fuente: [http://plazapublica.com.gt/content/jimmy-morales-enemigo-de-guatemala]
Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

José Ricardo Barrientos Quezada
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