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“Indios comunistas”

Danilo Santos

Por primera vez el futuro político de quienes tradicionalmente han ostentado el poder en Guatemala no está en sus manos, no depende de los espacios copados en el sector justicia, el Legislativo, el Ejecutivo y las decisiones que se tomen desde quienes manejan la economía: están francamente asustados y se les nota.

El espectáculo en el palco del Congreso de la República da cuenta del miedo que sienten, resumido en la frase “no queremos ser como Venezuela”. De paso, este pavor a la incertidumbre de sus privilegios ganados a fuerza de violencia, despojo, abuso y corrupción; urge nuevos liderazgos que puedan “defender” a “su” Guatemala y frenar el avance de las conquistas de los pueblos indígenas, mujeres y colectivos organizados que abrogan por una sociedad amplia e incluyente. De allí que “las dos erres” se antojan como la fórmula perfecta para una opción política electoral que ofrecerá, ya se sabe: pena de muerte, nacionalismo y dogmatismo.

Sirve entonces el viejo discurso anticomunista y poner de escudo a Dios, frenar a los izquierdistas y de paso poner en su lugar a los “indios lamidos y vividores”. El enfrentamiento ideológico y el racismo son latentes en sus consignas, actitudes y su abyecta mirada. El odio que encierra la expresión “indio comunista” solo puede venir de mentes sumamente frívolas o enajenadas por casi doscientos años de alienación con un falso nacionalismo y una supuesta superioridad intelectual y racial.

Se inventan amenazas que no existen, en Guatemala no hay tales fuerzas de izquierda conspirando por un Estado Socialista y las reformas al sector justicia no formarán un cuarto poder. Lo que se pretende con las reformas es combatir la corrupción eliminando las Comisiones de Postulación, que el proceso de selección de jueces y magistrados no sea un botín político y que exista un apoyo administrativo para la Corte Suprema de Justicia que le permita dedicarse a lo jurídico específicamente. Claro, todo lo anterior atenta contra el poder fáctico que han ejercido las castas, las cofradías, las juntitas. La salida más conveniente que han encontrado es asustar a la población con apocalípticos escenarios donde ellos son los “salvadores”.

La sociedad guatemalteca va encontrando en el Ministerio Público y la Comisión Contra la Impunidad en Guatemala la protección y apoyo que no ha encontrado en los gobiernos que han administrado los que ahora se oponen a las reformas del sector justicia y a cualquier reforma que nos ayude a construir un futuro distinto en el país.

Casi podría asegurar que la mayoría de guatemaltecos, sin importar nuestro posicionamiento ideológico, no estamos de acuerdo con la corrupción, la violencia, la pobreza y la poca capacidad del Estado para resolver los grandes problemas del país. Son tiempos de participación, inclusión y progreso; no importa cuánto pataleen los dinosaurios, les sorprenderá ver a gente de izquierda y derecha en un mismo proyecto, tolerándose y avanzando, superando taras y mezquindades.

Para ser esa sociedad que queremos, en paz, con salud y trabajo, es necesario decidir nuevas maneras de lograrlo; las reformas constitucionales al sector justicia son un paso, la reforma profunda de la Ley Electoral y de Partidos Políticos puede ser otro, y habrá que dar muchos más. Pero la paz y el progreso no llegarán siendo conservadores, dejando todo como está y dejando que sean los de siempre quienes decidan, eduquen y gobiernen a una sociedad enferma de odio, muerte y pobreza.

Sirve entonces el viejo discurso anticomunista y poner de escudo a Dios, frenar a los izquierdistas y de paso poner en su lugar a los “indios lamidos y vividores”.

Fuente: [http://lahora.gt/indios-comunistas/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar