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@liberalucha
Lucía Escobar

No exagero cuando digo que Mayarí de León es de mis personas favoritas en el mundo. Es alegre como un canario y voluntariosa como ella sola. Es especialista en involucrarme en sus proyectos que suelen ser grandes quijotadas: gestos de curación colectivos, jornadas que apelan a la memoria y a la vida, o simples sentadas a disfrutar de nísperos, jocotes o un buen café con pan dulce.

Cuando me visitan amigos de otros lados y tengo ganas de presumir de algo bueno, voy a buscarla a su casa en San Juan del Obispo. Ahí, bajo la tutela del volcán Hunahpú, el mismo donde quiere enterrar a su padre cuando encuentre su cuerpo, Mayarí de León hace una pequeña revolución cada día a través de un ramillete de niños y niñas felices que exploran libres de prejuicios, el terapéutico mundo del arte.

Decir su casa, es reducirla a un lugar donde solo cabe la familia, Mayarí ha soltado cada uno de lo espacios de su hogar a favor de muchos niños, niñas y adolescentes que cada tarde desde las 2 p.m. abarrotan el lugar para tomar clases de pintura, canto, marimba y cuerdas. Hay estimulación musical para menores de cinco años y un baño miniatura hecho a la medida de los más chiquititos. Cada uno de los cuartos, que además están pintados con murales realizados por el artista Juan Pablo Canale, es un templo del saber vivir, donde aprenden jugando, y cada niño o niña se olvida de la pobreza, del mal humor de los padres, del hambre en el estómago, de la tristeza de haber perdido su casa (sí, Mayarí también becó a niños víctimas de la erupción del volcán de Fuego para que se distrajeran de su dolor) o de la cotidianidad de sus vidas.

Mayarí hace milagros del tipo “multiplicación de los lápices, las flautas y las refacciones” ya que carece de apoyo financiero, de grandes donaciones internacionales, y ni siquiera cuenta con el justo resarcimiento que el Estado de Guatemala le prometió y que aún le debe por la desaparición de su padre. Este año se quedó sin unos sueldos para maestros que le daba el Sistema de Orquestas y está buscando apoyo. Se metió a cambiar el techo del aula de marimba (ya se caía) y se encuentra en remodelaciones para hacer un teatrito. Ha pensado hacer una subasta o eventos de recaudación de fondos. Y anda buscando un patrocinador para cada butaca y así dedicarsela a algún artista o personaje local. Por ejemplo; Fulanita patrocina la butaca de Joaquín Orellana.

Además podemos ayudar con láminas, vigas de metal, cemento, tornillos, útiles escolares, instrumentos musicales, libros de arte o efectivo contante y sonante. Busca donaciones de ropa negra de todas las tallas para cuando los niños y niñas tienen presentaciones musicales y deben vestirse elegantes, ya que no todos tienen los medios para hacerlo. Se le puede apoyar con tiempo para gestionar o divulgar sus iniciativas. Este año, Mayarí de León quiere viajar, llevar la marimba y el coro a donde la inviten; mejor si son ferias de libro, pero también se apunta a cualquier evento artístico. Ojalá le salga alguna invitación a Quiché, Petén, Colombia, Cuba o El Salvador.
Como si no tuviera suficiente con el trabajo que le dan la biblioteca, la academia de música y el museo dedicado al escritor Luis de Lión, Mayarí también se ocupa de un frondoso jardín con varios árboles frutales, y de conejos, patos, canarios, un par de gatos y unos Golden Retriever, que completan su hermosa familia.

Para contactarla y ayudarla con sus grandes proyectos: mayarileo@yahoo.com, Tel.: 7947-4980 o vía FB como Proyecto Luis de Lión.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2019/01/16/inagotable-mayari/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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