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Hugo:

Allá va Hugo con su cabello rizado subiendo por las nubes a regiones etéreas. Cuando duerme toma elementos al sueño y los transforma en realidad palpable. Su sonrisa bella y sincera es para mí la luz más diáfana sobre tierra yerma y oscura.

Mi Hugo, ubérrimo que hace florecer lo que toca; hambriento por conocer el mundo. Mi pequeño explorador.

Hugo construye una pista para que corran sus carros y su mente fabrica todo un universo; plasma garabatos oníricos en una hoja; corretea por la casa en su triciclo.

Hugo no sólo es feliz, Hugo es la felicidad. Será por eso que cuando falta, el silencio hiende los oídos y uno ansía escuchar esa risa tan dulce y sincera, tan llena de vida nueva. Hugo es mi orgullo y mi vida entera.

A mi hijo Hugo Enrique.

 

Rolando Enrique Rosales Murga
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