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Homo Deus

Carlos Fuentes

(Acto I)

Esta es la historia de un anciano, un divino que se cansó de no ser.

– Lo divino es lo completo, la causa de todas las cosas, lo perfecto, la divinidad, es el principio por el cual, en el espacio-tiempo nada se crea ni se destruye solo se transforma, porque solo lo divino no se corrompe, aunque su apariencia sea otra, su esencia siempre seguirá siendo la misma.

– Pero toda historia tiene diferentes sentidos, diferentes interpretaciones, una en cada cajón, por eso las historias dejan de ser historias y se transforman en mitos.

– Cada mito es en esencia un paradigma del ser, una experiencia para ponerle nombre, una verdad que ha pasado por el crisol del empirismo para ser modelada, para ser interpretada, para ser sentida.

-Es la verdad que se comparte y se sirve a la mesa de todos aquellos invitados que desean conocerla y que desean palpitarla.

– El anciano cansado de no tener historia, comenzó a cuestionar su eterna inmanencia; porque hasta la completitud cansa y porque lo que está completo nunca cambia, y lo que no cambia, no tiene historia.

– Entonces el anciano quiso trascender su completitud y deseó conocer lo que significa tener una historia.

– El anciano quiso tener su propio mito, su leyenda personal.

– Pero para que existan las historias se requiere de sucesos, sucesos que sean capaces de provocar cambios, se requiere de lo dinámico, se precisa de alguna especie de kinesis capaz de generar un antes y un después, porque solo lo perfectible cambia, y porque lo completo es lo divino.

– Sucedió entonces el divino anciano quiso no ser más porque hasta lo perfecto cansa, y entonces pensó en dejar su completitud y su divinidad, su no ser; razón por la cual, se transformó en lo inconcluso, aquello que no es completo, aquello que necesariamente debe cambiar, lo dinámico, lo particular.

– El todo, quiso ser igual que las partes.

¡ Esta es la razón que provoca que todo en el cosmos, sea y no sea a su vez ¡

– Desde aquel entonces, se conoció la duda, lo perfectible, lo que hace ruido y tiene color.

– Ocurrió pues, que de aquello que era completo se hizo lo múltiple, aquello que necesariamente debe cambiar, y aconteció que aquello que una vez fue completo, por primera vez cambió y eso se hizo sensible y al anciano le agradó.

– Y aquello que cambió, tubo color y éste se combinó con el sonido y el anciano compuso canciones y las cantó.

– Eso produjo placer y el anciano se complació con su transformación.

– Se dice que hubo un antes y un después, y esa es la razón por la que todo en el cosmos es y no es divino.

– Desde aquel entonces lo múltiple lo fue todo, menos completo.

– Y aquello que se hizo lo múltiple, comenzó por ser lo simple y luego lo simple se hizo lo complicado y todos cerraron sus ojos y todos recibieron su parte y entonces el todo fue igual que las partes.

– Así comenzó el mito de lo divino que se hizo profano, el mito de lo múltiple, de lo perfectible, algo que inexorablemente deberá nacer y morir, el mito del homo Deus, un ser particular con dos naturalezas distintas, un ser bi sustancial, a saber; divino y profano, deseo y razón, criatura y divinidad, un ser dual, un ser que es a su vez, animal y racional, lo mas complicado que se pudo haber formado a partir de lo múltiple; pero que desde entonces sufre, por que no encuentra de nuevo su completitud.

– De lo múltiple a lo complicado, el homo Deus no es mas que un mito, un paradigma que nació del deseo de un anciano, un solitario anciano que alguna vez tubo un pensamiento y un deseo.

– Deseo y razón, profano y divino, son las dos sustancias del Homo Deus, aquellos dos viejos pecados, que sacaron al anciano de su completitud y su divinidad, pero que le dieron al espacio-tiempo sonido y color.

– A la luz de las luces LED, escribo éstas palabras, para que quede constancia de ellas, para que todo aquel perfectible que quiera oír que oiga. El mito del homo Deus, es la verdad que se comparte y se sirve a la mesa de todos aquellos invitados que desean conocerla, que desean palpitarla.

– Todo esto solamente pudimos sentirlo pero ninguno se lo tragó; a las sensaciones ya nadie las toma en serio.