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lucha libre

Lucía Escobar 
Lberalucha

Jakelin corre descalza entre los maizales para llegar a su escuela. Salta entre los charcos llenos de agua, esquivando el lodo y las piedras. Con solo siete años, Jakelin es capaz de cargar una tarea de leña sobre su espalda y no le da miedo subirse a los árboles para cortar todo tipo de frutas. La veo doblada ante una luz tenue, sentada en el piso de tierra terminando delicadamente las planas en su cuaderno. La niña llega contenta a su humilde casa, le ofrece ayuda a su abuela para desgranar las mazorcas, carga a sus hermanitos, ayuda a su madre a juntar el fuego, se ofrece para tirar las tortillas al comal. Como toda niña de su edad, ama los animales, le gusta darle de comer a las gallinas y a los patos y burlarse de los ruidos del cochito que se come las sobras que cada vez son menos. Puedo imaginarla nerviosa y contenta cuando baja a bañarse al río y juega con las piedritas de colores. Ríe e imagina cómo será el nuevo país al que viajará pronto. Un día Jakelin se despide de sus hermanos y de su madre para acompañar a su papá en un viaje sin retorno. No imagina que además de hambre, en este mundo también hay sed. Y que también de sed se puede morir.

Jakelin Ameí Rosmery Caal Maquín, una niña q’eqchi’ emigraba junto a su padre a Estados Unidos. Como todos los que emprenden esa dura travesía, huía de un país sin oportunidades, de una aldea donde más del 80 por ciento de la población se encuentra en pobreza y extrema pobreza. Ella era una de los cinco hijos que Nery Caal de 29 años procreó junto a su esposa en el caserío San Antonio Secortez de la microregión Damasco de Raxruhá, Alta Verapaz. Era la hija más apegada al padre y por eso lo acompañó. Al llegar a la frontera, fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza. Jakelin estaba deshidratada y con fiebre de 41 grados. La niña murió en un hospital de Nuevo México y Nery posiblemente será deportado pronto. En medio de la tristeza de esta tragedia, los abuelos de Jakelin piden por medio de la prensa a las autoridades estadounidenses que se le permita al padre quedarse trabajando allá para poder pagar la deuda que adquirió con el viaje. Un campesino gana apenas Q20 diarios por una jornada laboral y aún así la Cámara del Agro Guatemalteca se atreve a pedir una reducción del salario mínimo en el campo.

Jakelin tiene los mismos apellidos que Mamá Maquín, Adelina Caal Maquín, una emblemática líder q’eqchi’ preocupada por la justicia social, por conseguir un trato justo y tierra para su gente. Mamá Maquín pasó a la historia por ir a la cabeza de una marcha que exigía la devolución de tierras injustamente apropiadas por terratenientes; el derecho al agua, a la vivienda, educación, a la salud y a la alimentación. Eso fue un 29 mayo de 1978. La respuesta del gobierno y del ejército fue asesinarlos. Con la masacre de Panzós empezó la parte más cruel de la guerra en Guatemala. Han pasado muchos años pero el despojo sistemático de las tierras de los q’eqchi’s’ en el Valle del Polochic es una constante que no ha cambiado. Tampoco su realidad de exclusión e injusticia. Por eso migrar es visto como la única solución.

¿Cómo vamos a parar este éxodo de muerte?

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2018/12/19/heredera-de-mama-maquin/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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